Subaru BRZ: diversión suprema

Basta con pulsar el botón del contacto para que todo lo demás pase a un segundo plano

U. Mezcua

Pocos coches hay tan divertidos como el Subaru BRZ. Su motor Boxer de cuatro cilindros opuestos y sus 200CV de potencia, su baja altura y su reducido peso (1.220 kg) son bazas suficientes para asegurar una experiencia de conducción extraordinariamente gratificante. Así lo hemos comprobado en persona con la última versión del deportivo de la marca japonesa, que llegó al mercado en 2012 y se actualizó en 2016, en un trayecto por autovía y carreteras secundarias de 250 kilómetros en el que ha sabido dar lo mejor de sí mismo.

Está propulsado por un motor atmosférico (sin turbo) de dos litros de capacidad, muy compacto y de bajo centro de gravedad. Dispone de inyecciones directa e indirecta D-4S (dos tipos por cilindro), y manda la potencia al tren posterior a través de una caja de cambios manual de seis velocidades, que opcionalmente también podrá ser automático secuencial con las mismas marchas y distintos programas de actuación, a elegir en plena marcha

Estéticamente, el BRZ, un desarrollo conjunto con Toyota -de ahí su parecido con el GT 86-, es un deportivo clásico, con líneas sencillas y aerodinámicas y baja altura. En el interior, como buen coche con espíritu de competición, es austero, y carece de GPS, algo que, según la marca, se solucionará en breve. Cabe destacar que no es un biplaza, ya que en la zona trasera hay espacio suficiente para dos personas durante un trayecto no muy largo, siendo de tipo 2+2. Respecto al maletero, es suficiente para dos maletas de tamaño pequeño y algún bulto extra.

Basta con pulsar el botón del contacto para que todo lo demás pase a un segundo plano. Su sonido ronroneante adelanta lo que nos espera: un coche al que da gusto pisar el pedal del acelerador. Brioso, aunque sin pasarse, el BRZ responde bien. Y lo hace con un consumo bastante contenido: apenas 8,8 litros a los 100, a pesar de que nuestra conducción con él dista de ser ecológica.

También hay que destacar su dirección que, aunque algo dura -como buen deportivo-, es extraordinariamente precisa, así como su estabilidad, realmente notable gracias a tratarse de un vehículo de tracción trasera. Mención aparte merece el llamado modo Track, que ajusta (sin llegar a desconectar) el control de estabilidad y de tracción para acentuar la deportividad de la conducción.

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