Mustang Bullitt: un V8 de otra época

El Ford Mustang Bullitt, homenaje a la película de Steve McQueen de 1968, es la versión más potente y característica del icónico «pony car» norteamericano

U. Mezcua

Una edición especial de un coche ya de por sí especial. El Ford Mustang Bullitt, homenaje a la película de Steve McQueen de 1968, es la versión más potente y característica del icónico «pony car» norteamericano. También la más costosa, ya que se eleva en seis mil euros respecto al precio del GT, hasta 55.550 euros.

Ford presentó el modelo en el Salón de Detroit de 2018, coincidiendo con el 50 aniversario de la cinta. Una película en la que el detective de la policía de San Francisco Frank Bullitt protagoniza una espectacular persecución tras un Dodge Charger R/T, en una escena con tanto recorrido que ha servido como excusa para desarrollar versiones más exclusivas y prestacionales de su modelo más emblemático.

La gran sorpresa, sin embargo, fue que también se asomó por el Salón de Ginebra de ese mismo año. En él Ford confirmó que por primera vez el Bullitt, ya en su tercera generación, se iba a comercializar en Europa, con las mismas especificaciones que el modelo americano.

Por fuera no hay nada que vincule al Bullitt con Ford, y muy poco que lo relacione con el Mustang. El caballo rampante desaparece de la calandra , que perfila uno de los frontales más agresivos del automóvil actual. También de la zaga, donde la gran tapa de depósito falsa, ubicada en el centro de la línea del maletero, únicamente muestra la palabra Bullitt, al igual que el volante. Tan solo las llantas, de 19 pulgadas y de diseño específico, lucen el caballo, así como los proyectores lumínicos opcionales de las puertas.

Aunque opcionalmente está disponible un tono negro, el color asociado es un verde oscuro denominado Dark Highland , que resalta contra los protectores negros que recorren los bajos y con las pinzas rojas de Brembo.

Dinámicamente la diferencia es escasa con el Mustang GT, con el que comparte todos los elementos mecánicos y la suspensión. Opcionalmente está disponible una suspensión magnética MagneRide, que filtra muy bien los obstáculos del terreno y sujeta bien la carrocería en las curvas.

De hecho, el Bullitt, que si bien no es un coche para exprimir segundos en un circuito, se comporta de forma noble a la hora de virar. No tanto a la hora de maniobrar, donde se dejan notar sus 4,75 metros de longitud y su batalla de 2,72 metros. Unas dimensiones que, dicho sea de paso, garantizan una buena habitabilidad en las plazas delanteras y un maletero de buen tamaño, con 408 litros, pero no mucho confort en las plazas traseras, de amplitud apenas suficiente para un adolescente y solo durante recorridos cortos.

El gran argumento mecánico del Mustang Bullitt es su motor V8 de 5.0 litros , el mismo que el del GT pero afinado para obtener 9 CV más, hasta 459, y poder acelerar de 0 a 100 en tan solo 4,6 segundos. Su respuesta es sencillamente soberbia. Siempre bien dispuesto, presume de un par descomunal, de 529 Nm, que permite extraer el máximo rendimiento sin esfuerzo. Su rendimiento se puede modular en función de varios modos de conducción: normal o deportivo. Para su uso en circuito incorpora también un Launch Control y, en un guiño al despilfarro, un modo Quemarrueda, que bloquea las ruedas delanteras para quemar goma con las traseras.

En esta edición especial Bullitt, de tirada limitada y numerada -así lo atestigua el número de serie frente al copiloto- el propulsor se conjuga con un cambio manual de seis relaciones, rematado por un pomo blanco. Un sistema desactivable simula la maniobra de punta-tacón , elevando el régimen de revoluciones del motor al cambiar de marcha.

Las dos últimas relaciones únicamente podrían servir para mejorar consumos y quizá reducir un poco el delicioso ronroneo del motor. Algo que también puede hacerse de manera electrónica a través del cuadro de instrumentación digital tras el volante, que permite varias opciones de rumorosidad para el escape: normal, deportivo, circuito y silencioso -con opción también de arranque silencioso, para, por ejemplo, evitar despertar al vecindario demasiado temprano-.

Economizar algo de combustible no es cosa baladí con un modelo que difícilmente baja de los trece litros a los 100 kilómetros con una conducción normal, lo que hará que su propietario visite con frecuencia la gasolinera. Un pequeño precio a pagar por conducir un modelo verdaderamente único, quizá uno de los últimos antes de que las cada vez más exigentes normativas de emisiones ponga punto y final a una época del automóvil, al menos en Europa.

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