Fingir el robo de un vehículo es una de las estafas más habituales
Fingir el robo de un vehículo es una de las estafas más habituales - ABC
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Estafar al seguro, un «negocio» que puede salir muy caro

Penas de prisión de hasta 3 años y multas desorbitadas son las posibles consecuencias para quien intente apropiarse de indemnizaciones indebidas. Fingir lesiones o falsos robos, son algunas de las prácticas más habituales.

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Las estafas son el principal quebradero de cabeza de las aseguradoras. A pesar de los numerosos intentos de las compañías y de la Administración por erradicar esta práctica, los estafadores siempre están buscando una nueva forma de conseguir su objetivo. Intentan reinventarse constantemente para poder seguir obteniendo jugosos beneficios.

Uno de los sectores en los que es más habitual el intento de estafa es el automovilístico. Tal y como recoge el portal acierto.com , según la Unión Española de Aseguradoras (UNESPA) las reclamaciones falsas, unas 306.000, costaron más de 500 millones de euros a las aseguradoras en 2015, siendo el 53% de las mismas relativas a los seguros de coche.

Hay que destacar que mientras en años anteriores las estafas se centraban en los daños al vehículo fingiendo accidentes, o directamente demandando falsos robos, cada vez está ganando más peso simular daños personales, pues en este apartado se encuentran las indemnizaciones más importantes.

Consecuencias de engañar al seguro

Indemnizaciones de hasta 70.000 euros por un supuesto tobillo fracturado o cifras en torno a los 6.000 euros por el famoso latigazo cervical, son sumas sustanciosas por las que muchas personas agudizan el ingenio y deciden intentar el engaño, pero las consecuencias pueden ser incluso vitalicias.

Lo primero que hay que tener claro es que timar al seguro es un delito que puede ser castigado con prisión, en concreto se establecen penas de entre 3 meses y 6 años dependiendo de la gravedad del hecho, además de la correspondiente multa económica, que puede llegar a ser realmente elevada. Otro hecho a tener en cuenta es que las compañías comparten información sobre sus clientes, lo que les ayuda a elaborar «listas negras» con aquellas personas que han abusado de la picaresca, con lo cual pueden quedar marcadas de forma pública.

Estafas más frecuentes

En cuanto a los daños personales, el timo más recurrente es el latigazo cervical, una de las lesiones menos graves y más habituales. Conseguir cobrar una indemnización por este tipo de lesión es más complicado de lo que debiera por estar altamente vigilada, ya que los estafadores se aprovechan de que la verificación de la lesión puede llegar a ser muy complicada.

Precisamente en discernir el grado de dolor o daño se centra otra de las batallas que afrontan los seguros. No solo en el aspecto físico, como ocurre con el famoso «latigazo», también en la parte material: abolladuras que aumentan de tamaño o rozaduras que se extienden sin fin son algunos de los casos más habituales. También sucede que se inventan hechos, como accidentes inexistentes que dan lugar a partes falsos o los robos de coches con violencia simulados.

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