Cumbre de la Mujer Muerta, límite natural entre Segovia y Madrid
Cumbre de la Mujer Muerta, límite natural entre Segovia y Madrid
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La montaña misteriosa que esconde a una mujer muerta en su cumbre

Alimento de diversas leyendas respecto a su formación, se ubica como límite natural entre las provincias de Madrid y Segovia

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Aunque la mejor ubicación para hallar a la mujer muerta es desde la ladera de Segovia, donde se ubica exactamente, Madrid reconoce como parte de su relieve al lugar sobre el que se centra la búsqueda; y se habla de relieve porque no es otra cosa que la cumbre de una montaña. Además, lo considera como propio porque no sólo actúa como límite natural entre las comunidades de Madrid y Castilla y León, sino porque las fantasiosas leyendas sobre su formación han calado en su gente tanto o más que en las de la provincia vecina.

La Mujer Muerta es una alineación rocosa de unos 11 kilómetros que se situa en la zona central de la Sierra de Guadarrama.

Sus picos superan en muchos casos los 2.100 metros de altura, con La Pinareja, (2.197 metros), el Montón de Trigo (2.161), la Peña del Oso (2196) y el Pico de Pasapán (2.005 m) como principales cumbres. La disposición de estas es la que ha generado las historias en torno a su morfología, pues en su relieve puede avistarse el perfil de una mujer tumbada boca arriba, con los brazos sobre el pecho. De hecho, cualquier madrileño que haya frecuentado la zona conoce estas crónicas, aunque desde Peñalara, por ejemplo, no se observe la forma.

Leyendas de amor

Fundamentalmente hay tres leyendas sobre cómo se generó el macizo, relativas en todo caso a temas mitológicos y mezclados con el amor. Una narra cómo Hércules, fundador de Segovia, perfiló a la mujer por deseo expreso de un caballero fiel que lo acompañó cuando levantaba la ciudad. Este se enamoró de una joven, que lo correspondió con el mismo sentimiento. Su padre, sin embargo, no aceptó el romance y prefirió matarla antes que verla en los brazos de aquel hombre. Abatido, suplicó al semidiós que esculpiera la forma feménina en honor de su amada.

Similar es la historia sobre un pastor enamorado de la hija de un granjero. Cuando otro pretendiente se acercó a la joven, y esta aceptó el cortejo, el pastor se enceló hasta tal punto que lo mató. Fue entonces cuando se desató una terrible tormenta que partió la tierra y formó las montañas que en la actualidad se contemplan. Acaso menos romántica, pero tan alejada en el tiempo como las anteriores, es la lucha entre dos hermanos que se disputaban el mando de una tribu. Su madre, impotente y hundida ante el enfrentamiento, ofreció su cuerpo a Dios con la condición de que cesara la rivalidad fraticida. También tras una tormenta, el suelo se removió y creó la misteriosa forma. Reconocida por los hermanos, firmaron la paz.

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