Decenas de personas depositan flores en la lápida de Francisco Franco en el Valle de los Caídos
Decenas de personas depositan flores en la lápida de Francisco Franco en el Valle de los Caídos - afp

El último enterrado en el Valle de los Caídos no fue Franco, sino un alcalde catalán

El asiento número uno que, según Patrimonio Nacional, estaba reservado para Primo de Rivera también sigue en blanco

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Ni José Antonio Primo de Rivera fue el primero, ni la última persona enterrada en el Valle de los Caídos fue Francisco Franco. El nombre que figura a la cola de la lista de sepultados de la basílica es el de Juan Álvarez Sisternes, un alcalde catalán, de Villafranca del Penedés (Barcelona), fusilado en 1936 por el bando republicano. Curiosamente la inhumación se produjo ocho años después del sepelio del dictador, cuando el socialista Felipe González ya era presidente del Gobierno, según indica la Asociación de Militares Españoles (AME).

El asiento número uno que, según fuentes de Patrimonio Nacional, estaba reservado para Primo de Rivera sigue en blanco. Sus restos fueron trasladados desde el monasterio de El Escorial al Valle de los Caídos

el 30 de marzo de 1959. Pero antes, el 17 de marzo, 17 soldados sin identificar –«héroes de la Cruzada Nacional», como reza la inscripción de la losa– ocupan la primera urna colectiva.

El mismo error histórico socialmente aceptado ocurre con Franco. El último cadáver, el del regidor catalán, en ser sepultado llegó en 1983. El alcalde de Villafranca del Penedés estuvo torturado en un calabozo en su propia localidad hasta que fue ejecutado el 20 de agosto de un tiro en la cabeza bajo el puente de Lledoner, en la comarca del Bajo Llobregat. Su cadáver fue enterrado en una fosa en Villarina para allí trasladarlo una vez finalizada la guerra al panteón de las víctimas en el cementerio municipal del municipio barcelonés.

Durante el franquismo la plaza principal de Villafranca llevó el nombre de Juan Álvarez, ya que en este lugar se encontraba la casa familiar, saqueada durante la contienda. En 1980 se renombró y tomó la denominación de Plaza de la Constitución. Tres años más tarde, la familia pidió permiso para que sus restos mortales fueran trasladados cerca del dictador. Una vez logrado su objetivo, sus descendientes se trasladaron a vivir a París, donde todavía residen.

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