La familia Salmerón-Cintado, en especial Ana Cintado Arranz, agradece las muestras de condoloncia hacia ella en la lamentable pérdida, hace unos meses, de su hijo José Antonio Salmerón Cintado. José Antonio, Pepe para los amigos, fue el primer piloto que con el DC 9 'Hernando de Soto', llevando a bordo 110 pasajeros, inauguró el aeropuerto de Jerez un 8 de septiembre de 1975.
Hace unos días se nos fue también su padre Antonio Salmerón Cabrerizo, considerado el piloto más veterano y con más horas de vuelo de España. El experto aviador, cofundador con su hijo de nuestro internacional aeropuerto, murió «con las botas puestas» pues casi a sus 85 años seguía sircando la bóveda celeste. Ambos paladines del cielo obtuvieron nobles reconocimientos y homenajes, incluso a nivel mundial. Antonio, ya desde los 15 años prestaba servicios a la aviación española, a principio de los 50 participó en la Vuelta Aérea a España con una avioneta bünker. En 1989, la Asociación de Agencias de Viajes y Turismo le brindó un merecido agasajo y la Orden del Catavino de Oro le homenajeó. Según su hija encantadora Dolores, «esta maravilla de persona se conocía los cielos de España, Portugal e Inglaterra, tan a la perfección, que volaba sin necesidad de los mapas de su infinito». Cuando pilotaba llevaba a su pequeño hijo Pepe entre sus piernas para que tomara escuela. Su sueño e ilusión era fundar un aeropuerto en Jerez, para ello tuvo que convencer a altos cargos civiles y militares e incluso llegando a emplearse a fondo en menesteres necesarios con dinero propio.
Estos dos navegantes del espacio desafiaron al miedo, el hijo fue corneado en un encierro por una vaca que acabó con su vida, y a su padre le llamaban 'Diego Valor' por su arrojo calibrado y pericia en los mandos. Las cenizas de ambos fueron esparcidas por los cielos jerezanos.
De parte de ellos, muchas gracias a este Jerez que amaban, a sus primeras autoridades porque pronto se les va a rotular una calle y los muchos amigos de los que disfrutaban. Dos buenos personajes que siguen volando nuestros cielos y esperando ver su calle, aunque tras el último vuelo en la Tierra.
Carlos Fernández Villegas. Jerez
