Domingo, 20 de agosto de 2006
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Mamelón: los diseñadores de la imagen del jerez
Mamelón: los diseñadores de la imagen del jerez
FELICITACIÓN. El colectivo Pro-Gra-Ma.
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En torno a las siglas Pro-Gra-Ma (Proyectos Gráficos Mamelón), se van a reunir, a principio de los 50's del pasado siglo, un grupo de activos y emprendedores jóvenes artistas del diseño gráfico jerezano. Esta empresa, más conocida con el nombre de Mamelón, en recuerdo de la popular plaza de la ciudad donde se situaba el estudio del creativo José Luis Torres y origen de la misma, puede ser considerada una pieza clave en la elaboración de la nueva imagen de los vinos y brandies de Jerez en su último periodo de esplendor.

Durante el tiempo de existencia de Mamelón, que abarca más de tres décadas, los componentes del colectivo, liderado por Juan Montes Pina, sobrino del mencionado José Luis Torres, Manuel Valle Cortés y Rafael Virués, de Segovia va a estar compuesto por un colectivo de unas doce personas: Sebastián Moya González, Cachirulo, Pedro Carabante Medina, Peri, que actualmente ejerce la profesión en el departamento de diseño del Ayuntamiento; Juan Herrador Granero, que se jubiló no hace mucho como profesor de la Escuela de Artes y Oficios; Antonio Higuero Domínguez, Manuel Rodríguez, fotógrafo; Manolo Gómez, contable y comercial; Gonzalo Aguilar Robles, los hermanos Franco y algunos otros que podemos recordar en los rostros de esa tarjeta de felicitación navideña que reproducimos y que cada año enviaban a sus clientes y amigos.

Esta iniciativa empresarial jerezana en el campo de las artes gráficas, era un paso más en el desarrollo que este sector, muy vinculado a la industria del vino, vivía desde finales del siglo XIX. La generación de artistas que les precedieron, destacadas individualidades, como Miciano, González Ragel, Justo Lara, Muñoz Cebrián, Torres, entregaban el testigo a otra que iba a renovar los conceptos de la publicidad en torno a nuestros vinos. El abogado Jesús Rodríguez decía de Montes Pina, en un artículo de la prensa local, que «sus etiquetas para las botellas fueron distintas a las que hasta entonces se imprimían. Supo ver que, ciertamente, una etiqueta tenía función de proclamar la clase y características organolépticas de un vino, pero que su sentido era mucho más profundo; debía de reflejar el espíritu de ese vino».

De sus estudios, el último ubicado en la calle Pizarro, saldrían trabajos que aún podemos contemplar en nuestro entorno, como la hermosa vidriera con escena de vendimia en la escalinata del Consejo Regulador o la gran veleta del arrumbador de Valdespino, actualmente en las bodegas de la familia Estévez, ambas de Manuel Valle, y así multitud de etiquetas y carteles, como de otros soportes publicitarios.

La aparición de Mamelón, que en parte tuvo su continuidad en la que se puede considerar la última empresa de estas características, como fue Frontera Publicidad, coincidía con el proceso de concentración y especialización de las imprentas y litografías instaladas en Jerez y que la gran crisis de los 80's acabaría con ellas de forma dramática. Sus trabajos de creación se materializaron, sobre todo, en los talleres de Jerez Industrial, Litografía Hurtado, Gráficas Orla o Jerez Gráfico, donde estas personas se formaron en sus inicios profesionales desde muy jóvenes.

En toda esta historia tampoco hay que olvidar la labor de formación que ejerció la Escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos de Jerez, creada en 1910, donde aún hoy día sus profesores ejercen el magisterio del diseño. Un centro de formación clave para entender los vínculos entre el arte aplicado a las necesidades industriales de las empresas vinateras de Jerez , así como su difusión nacional e internacional.

Juan Montes Pina, al año de su fallecimiento en el 2000, fue objeto de un homenaje en el Consejo Regulador, consistente en una exposición de sus trabajos más representativos. Desgraciadamente se perdió la oportunidad de que ésta se perpetuará en el tiempo con la publicación de un catálogo que recogiera los contenidos de la misma.

Pero aún estamos a tiempo de corregir esa falta de perspectiva si las instituciones públicas y privadas, sobre todo las bodegas unidas en torno al Consejo y Fedejerez, unen sus esfuerzos para llevar a cabo un justo y merecido tributo a estas personas, parte de ellos aún con nosotros, para disfrutar de sus creaciones y legarla a las futuras generaciones. Estamos obligados a ello.



 
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