Ninguna decisión sobre la polémica jaula que se tome de forma unilateral está llamada a gozar del consenso vecinal. En primer lugar porque, por mucho que se mantenga lo contrario, los vecinos están polarizados ideológicamente. No se trata de que mantengan, siquiera, posturas radicales, pero sí van a acoger con mejor talante la propuesta que venga del partido al que sean afines, mientras que tenderán a rechazar la del otro. En segundo lugar, porque cuando se recurre sistemáticamente al concepto de participación ciudadana, hay que demostrar que no se trata de conceptos vacíos, sólo aplicables a determinados programas municipales. La participación consiste en escuchar al pueblo y darle capacidad decisiva, al menos cuando se tratan de asuntos que les afecta tan directamente como la instalación de un evento que conlleva múltiples molestias a quienes le toque sufrirla. Doble consenso, pues: los socios de Gobierno y el movimiento vecinal.