La voz Digital
Lunes, 3 de julio de 2006
  Alertas   Envío de titulares    Página de inicio
PORTADA NOTICIAS ECONOMÍA DEPORTES OCIO CLASIFICADOS SERVICIOS CENTRO COMERCIAL PORTALES


PORTADA
CALLE PORVERA
Trastornos del sueño
Imprimir noticiaImprimirEnviar noticiaEnviar

Publicidad

Creo que soy insomne desde que nací. Desde pequeñito odiaba las siestas porque prefería pasarme las horas muertas en la calle, aunque no hubiera un alma, incluso en pleno verano y el termómetro de José Luis Díez marcara esa barrera psicológica en la que el calor provoca más sofocos que Faye Danaway enseñando sus hermosas piernas cincuentonas en The Barfly.

A escasos días de cumplir un año más y acercarme peligrosamente a la cuarentena, sigo siendo un animal de calle. Aunque dormir es necesario para afrontar el día con vivacidad y poderío sin tener una barrita energética que echarse a la boca, lo cierto es que yo duermo menos que el gato Silvestre en su afán por engullirse al mamón de Piolín.

Y créanme, que a veces no es culpa mía. Hay días en los que pagaría por pasarme las 24 horas en el tálamo arrascándome la barriga y otras partes de mi davidiano cuerpo danone a 20 céntimos de euro en Carrefour Express, pero esta misión es imposible. No he cambiado de calle, pero sí de morada. Si antes fue un impertinente niño tocando diana con una trompetita de juguete, la Coral del Carmen, las campanas de nuestras derrumbadas iglesias, el Chusco por bulerías a las 04.00 horas y pandillitas de treintañeros vociferando a los cuatro vientos, ahora es una orquesta que ameniza las fiestas populares las que me animan las mañanas domingueras. Dijo R. Bosnak que «cada sueño es un acto de genialidad, una creación del Espíritu». Pues ni tengo fantasía ni soy un espectro, soy un zombi que cada mañana cuenta las horas de sueño y no pasan de cuatro o cinco, las mismas que se tomaba Napoleón antes de entrar en batalla.



Sudoku Canal Meteo Horóscopo
Vocento