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Lunes, 3 de julio de 2006
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ESPAÑA
JOSU JON IMAZ PRESIDENTE DEL PARTIDO NACIONALISTA VASCO
«Hay terreno de juego para lograr un nuevo pacto entre los vascos y con el Estado»
«Hay terreno de juego para lograr un nuevo pacto entre los vascos y con el Estado»
SABIN ETXEA. Imaz posa ante un cuadro de Losada que luce en las dependencias de la sede peneuvista. / I. PÉREZ
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Las acusaciones judiciales contra uno de sus más significativos dirigentes, Gorka Aguirre, han sembrado de inquietud e indignación los pasillos de Sabin Etxea, la sede central del PNV. Pero, pese a la «herida» sufrida, Josu Jon Imaz reitera el firme compromiso de su partido con el proceso de paz y aspira, con el documento en la mano que aprobó su ejecutiva en octubre, a un gran pacto sobre el derecho a decidir que integre a las distintas familias políticas vascas.

-¿Se ha resquebrajado su lealtad hacia el Gobierno tras la imputación de la Fiscalía contra Aguirre?

-Es muy grave que se dañe su buen nombre por unas acusaciones sin fundamento en un procedimiento judicial inaceptable, y tomamos nota. Pero tenemos muy claro que la prioridad es la paz, con independencia de las dificultades. Nos han herido, pero no perderemos ni el equilibrio ni la serenidad. El PNV va a trabajar sin fisuras para afianzar el proceso de paz, convencidos de que nos jugamos la convivencia para los próximos años y de que hay que tener altura de miras para abordar este proceso con responsabilidad y convicción.

-¿Percibe esa altura de miras que reclama en todos los partidos?

-Sí, puede haber condiciones para hacer posible una tarea histórica, con un trabajo compartido para alcanzar la paz. Puede que exista en algunas formaciones excesivas dosis de actitud partidista, y sería bueno que se superasen porque la paz nos necesita a todos.

-¿El PP no la está priorizando?

-Quiero ser muy cuidadoso, porque también tenemos que desarmar el lenguaje. El PP debería tener altura de miras para deslindar el proceso de paz de cualquier otra consideración partidista.

-¿Deben los partidos arriesgar al máximo por la paz, aunque eso les suponga perder réditos electorales?

-Sí. Tengo muy claro que dentro de 15 años, cuando me acueste cada noche, no me vendrán a la cabeza los resultados que pudimos tener en las elecciones, sino que me preguntaré si, ante la oportunidad de alcanzar la paz, hicimos lo que estaba en nuestra mano poder hacer.

-Zapatero se concede hasta finales de septiembre para volver a informar a los partidos. Si las cosas marchan bien, ¿en qué escenario le gustaría estar dentro de tres meses?

-Sin entrar en fechas concretas, sí me gustaría que el diálogo exploratorio con ETA -nunca sobre el futuro político, porque no representa a nadie- conduzca a una declaración de que el final de la violencia es irreversible y que hubiese un movimiento en política penitenciaria; el más inmediato de todos ellos debería ser el acercamiento de los presos. Y me gustaría también que en ese camino, de forma absolutamente independiente, los partidos vascos fuésemos alcanzando un acuerdo sobre un foro multipartito.

-El presidente acompañó su anuncio de una declaración muy abierta sobre el respeto a la decisión de los vascos. ¿Se ha comprometido más de lo que esperaban?

-Bueno, teníamos alguna pista de por dónde podía ir. Es positiva porque sitúa el foco de la negociación política en los partidos vascos. Nosotros defendemos una serie de principios, que enlazan con la trayectoria histórica del PNV, que en muchos aspectos coinciden con la declaración de Zapatero: la separación absoluta del proceso de paz y del proceso político.

-¿Existe, por lo tanto, terreno de juego para refundar la convivencia entre Euskadi y el Estado?

-Hay terreno abierto para que podamos alcanzar en un futuro próximo un pacto entre vascos y un pacto de los vascos con el Estado. Un doble pacto que enlaza no sólo con las posiciones que hemos defendido históricamente, sino también con nuestra mejor tradición foral desde el punto de vista del pacto interno y el pacto externo y también con nuestras dos experiencias de autogobierno, la del año 36, fustrada por la guerra, y la de 1979. Ese doble pacto enlaza con nuestra mejor tradición.



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