La voz Digital
Domingo, 2 de julio de 2006
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Opinion
El aeropuerto se queda pequeño
Recientemente, me topé en la entrega de los premios taurinos del Hotel Jerez -las chicas de la redacción nunca me perdonarán que no les advirtiese de que uno de los galardonados era Cayetano Rivera Ordoñez- a un viejo amigo, experto en las lides del turismo. Esta semana que hoy concluye hemos conocido a través de las páginas de LA VOZ que la compañía de bajo coste Vueling.com comenzará a operar desde el aeródromo jerezano con trayectos a Madrid el próximo invierno, que a partir del año que viene tendremos cuatro vuelos directos a Manchester a la semana y que la firma Lufthansa estudia instalarse con una central de carga también en nuestro aeropuerto. Si a eso le sumamos la continua escalada en el número de viajeros que llegan a la terminal jerezana mes tras mes, la ecuación nos da como resultado un éxito como un avión de grande. Ante tantas buenas noticias para el sector turístico, y si tenemos en cuenta que se trata, hasta el momento, de la única industria a la que se puede agarrar nuestra exhausta economía -aquí llegan muchas tiendas (Ikea, Media Markt, Decathlon, Brico Depot) pero aquí no olemos una fábrica desde que un iluminado que no se llamaba Charlie prometió que iba a montar en Jerez una de chocolate (La Cartuja, ¿se acuerdan?)- no tuve por más que mostrarle a este amigo del que les hablaba mis albricias por la excelente racha que atraviesa el sector. Rápidamente, me bajó de las nubes por entre las que vuelan los pájaros de acero de Lufthansa, Iberia y demás. «Si, si, todo eso está muy bien, pero el problema es que el aeropuerto se nos queda chico», me replicó. El rápido análisis de un reconocido profesional del turismo y las evidencias me hicieron reflexionar sobre esta encrucijada en la que podemos asfixiar a la gallina de los huevos de oro oficial en toda la provincia simplemente por no ampliarle un poco más el gallinero. Es decir, que cuando Aena concluya las obras de ampliación del recinto, justo ese día en que terminen o el de la inauguración si quieren, justo en ese momento se habrán quedado obsoletas. Pedir un paso más allá no significa que lo que se está haciendo esté mal, sólo significa que es insuficiente. Y son nuestros políticos -en estas cosas es donde se tiene que notar que tenemos una alcaldesa del PSOE, una Diputación socialista y un Gobierno regional del mismo color- los que tienen que mentalizarse en primer lugar de que para cumplir todas esas manoseadas promesas de convergencia con Europa y de adelgazamiento de las obesas tasas de desempleo hace falta reaccionar a tiempo. Evidentemente, los interesados, los que llenan la cuchara en la olla grande del sector turístico deben empujar abriendo el debate sobre la necesidad de hacer un aeropuerto aún mayor de lo que marcan los proyectos actuales. Algunos me diran que me saco esta teoría de la manga, que no hay estudios técnicos que lo certifiquen, y ésto último puede ser verdad. Yo apelo a que lo tenemos delante de las narices, a que no debemos conformarnos con lo que nos ofrecen, que el crecimiento del sector turístico es evidente y que lo de que el aeropuerto se va a quedar pequeño se ve venir como lo de que España la iba a plamar contra Francia. No perdamos el tiempo, porque puede que este avión sólo pase una vez por nuestra terminal. Y peleemos, leches, que no pase lo de siempre.



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