No tengo ningún interés en saber de política, pero sí que intento por todos los medios comprender a los políticos. Por ello, visité la sede del PP y del PSOE, para comprobar por mí misma la situación, aunque me fue imposible ver tanto a Pilar como a María José, cosa que comprendo perfectamente. Sin embargo, esta carta es para las dos.
En primer lugar, les quiero dar la enhorabuena por la capacidad que han tenido para demostrar que verdaderamente, incluso en política, el hombre y la mujer son iguales. Sobre todo, si se trata de aguantar lo que le echen con tal de no dar su brazo a torcer, aun perjudicando a todo un pueblo como lo estáis haciendo. Habéis tenido en vuestras manos la posibilidad de hacer las cosas por derecho olvidando los rencores, pero por puro egoísmo y orgullo, no lo hacéis. Quizás, algún día os pese no haber aprovechado la oportunidad que tenéis para ser ejemplo de honestidad y humildad, y demostrarle al mundo que es posible, aún con con distintas ideas, se puede gobernar, pues lo bueno, es bueno para todos, la razón sólo tiene un camino y en el camino de la honradez se encuentran todos los honrados.
¿Pensáis seguir así, permitiendo lo que estáis permitiendo, con la única tranquilidad de saber que seguiréis cobrando un buen sueldo? Para mí, sois las máximas responsables de lo que aquí ocurre, pues no Habéis tenido las agallas que hay que tener, para traer la tranquilidad y el equilibrio necesarios para que este pueblo pueda empezar a intentar confiar en los políticos que nos representan. ¿Tan difícil es tragarse el orgullo por este pueblo que lo lleva haciendo tanto tiempo? ¿Cómo podéis permitir que alguien se cachondee de él, como se está haciendo? Sois testigos directos, y si no hacéis nada os convertiréis en cómplices por permitirlo, pues sólo en vuestras manos está la posibilidad, y no me sirven las razones que podáis esgrimir. Todas se fundamentan en el ego y el orgullo mal entendidos. Pues me gustaría recordaros que por ese camino han ido muchos políticos que lo único que han conseguido es el rechazo del pueblo y el odio de quien les rodea. Por ese camino, hay que gastar en marquesinas para convencer. El pueblo no es tonto y nos damos cuenta de los engaños, las mentiras, el despilfarro, los pactos extraños y el chantaje que existe en la política, aunque ahora se llame «hacer la pinza». ¿Por qué permitís ésto? ¿Es que acaso tenéis miedo de que alguien tire de alguna manta? Muchos no lo entendemos. El pueblo dijo quién quiere que lo gobierne, y a quién quiere en la oposición, y lo que espera de vosotras es que desde cualquier posición defendáis los intereses de este pueblo y no de ningún partido, y está claro que no es está haciendo. Lo único que hacéis es echaros la culpa la una a la otra, cuando todos sabemos muy bien de dónde vienen estos problemas. tenéis que buscar una salida para todos los que estamos cansados de tirar nuestros votos al mismo basurero donde siempre terminan,. Sé que algunas personas que saben mucho de política piensan que soy una soñadora.
Yo creo que todos tenemos algo de soñadores, pues todos tenemos el sueño de estar algún día mejor, y si en la política no existen los sueños, no existen las metas. Sólo los soñadores pueden transformar la realidad. Sólo los soñadores hacen que el ser humano evolucione, sólo los soñadores no pierden la esperanza de hacer realidad los sueños. Y yo, como soñadora que soy, seguiré esperando que alguien por fin se dé cuenta y sepa actuar sin cobardía, más allá de su interés y hasta donde la lleven sus sueños.
El pueblo pedía el cambio, y se han hecho muchos; se cambian las leyes, los estatutos, pero el verdadero cambio, el que de verdad necesitamos, tiene que ocurrir en vuestras conciencias, y en la de todos los que están en la política, pues desde el rencor, el miedo y el odio, nunca ayudaréis a este pueblo. Esa es la oportunidad que la vida os está brindando, y si no sois capaces, si no sois soñadoras y si tenéis miedo, por favor dejad paso a otros que quizás se atrevan.
Para mí, aún no sois dignas del sueldo que ganáis, y no porque siga habiendo paro, sino porque nos estáis quitando la posibilidad de que alguien capaz de guiarse por su corazón pueda ocupar el lugar que hoy ocupáis vosotras, pues aunque no lo creáis, ese es el camino que quiere y necesita el pueblo.
María del Carmen Ligero. Jerez