Desde esta inigualable tribuna informativa jerezana me dirijo a tí, mi querido amigo Luis Valle Saborido, para expresarte una vez más el gran respeto y admiración que te mereces, además de para rendirte un personal homenaje por el importante trabajo social que, de forma altruista, vienes desarrollando desde hace muchos años atrás en la ciudad y, muy particularmente, en «tu Zona Norte». También para proclamar de forma pública tu condición de líder irrepetible en valores ciudadanos, éstos que difícilmente adornan a muchas personas, tales como: la generosidad, constancia, entrega, solidaridad y compromiso social.
El pasado 20 de junio de 2006 el mundo asociativo vecinal y algunas otras organizaciones ciudadanas, respondiendo a la iniciativa de la Federación Local de Asociaciones de Vecinos Solidaridad, te han rendido homenaje en reconocimiento a una labor ejecutada y bien hecha con dedicación al favor general, situándote en la dimensión preferencial de ciudadano distinguido, haciéndote entrega de la Medalla de Oro de la Federación (en su segunda edición) en un acto emotivo y transcendente con el salón de actos del colegio Safa lleno a rebosar de compañeros del mundo vecinal jerezano y arcense, admiradores de tu quehacer, Gobierno municipal, partidos políticos y centrales sindicales... todo ello con la importante presencia de los amigos, aquellos auténticos testimonios de sentimientos sinceros e imperecederos entre los que me sitúo.
No obstante, lo hermoso de la celebración se alteró severamente y restó transparencia a sus auténticos objetivos, cuando pese al carácter privado de la misma, se transformó en institucional con la aportación política. Gobernantes municipales y líderes políticos, con discursos irrelevantes, intrascendentes y nada enriquecedores de tu historial, buscaron momentos de protagonismo, intentos inútiles para el análisis medianamente inteligente. Propósitos escondidos que se pretendían disfrazar con la prebenda, costumbre muy implantada en quienes ostentan parcelas de poder a cualquier nivel. Pese a tan lamentable e incluso irrisorias aportaciones políticas, el aunténtico protagonista fue, inequívocamente, Luis Valle Saborido, su inseparable y querida esposa, Pepi, y los dos vástagos que configuran su núcleo familiar, al menos para quien escribe, como movimiento vecinal, ciudadano y amigo. Ésta fue siempre la auténtica realidad.
Termino mi carta, aunque antes, desde mi condición de amigo, voy a permitirme alguna sugerencia que formulo en base a experiencias personales, no a facultades que te retiren tras la escenificación del homenaje y toda la parafernalia de la entrega de la citada medalla: no te fíes de los golpecitos en las espaldas y los lagos hipócritas. Tú eres necesario a nivel vecinal, todavía tienes mucho camino que recorrer y entuertos que resolver, tus valores deben continuar motivando conciencias y alimentando raíces que den frutos positivos para el movimiento asociativo y que lo fortalezca. Bienvenidos los homenajes, medallas, obsequios y bonitas palabras, aunque nunca olvides que estás por encima de todo ello, que el mejor premio es el propio reconocimiento de un trabajo bien hecho y el agradecimiento anónimo de la ciudadanía.
José A. Márquez Pizones. Jerez