Sin ilusión, sin motivación, sin un objetivo por el que pelear, sin ningún sueño que hacer realidad, sin el calor de la afición, sin el líder, sin alegría, sin aliciente, sin primas, sin primos, casi sin entrenador, sin marea azulina, sin motivo alguno para la esperanza, sin ni siquiera la obligación moral de sacar tres puntos que conviertan a este Xerez en el conjunto azulino más puntuador de la historia xerecista. El Deportivo pone punto y final a la campaña de una manera muy triste. No hay donde agarrarse, pues ni tan siquiera queda el aliciente de impedir otro ascenso en Chapín. Un mero trámite. Casi papeleo. Cuestiones burocráticas. Y es que por no quedar, no queda ni la incertidumbre por saber en qué puesto acabará el Xerez la temporada. Todos son conscientes que cuando se hayan disputado los cuarenta y dos partidos de Liga, seis equipos habrán sido mejor que los azulinos y quince peor que ellos. Gane, pierda o empate el equipo que Lucas Alcaraz dirige por última vez, no se moverá de la séptima plaza. Ni se puede alcanzar al Almería, ni el Numancia tiene opciones de igualarlos. Desdén a raudales.

Ya hace tiempo que hasta los más soñadores aparcaron su ilusión o la focalizaron hacia La Furia, que pelea con La Roja en Alemania.

Las altas, las bajas, las nuevas caras, el nuevo entrenador, las declaraciones de Joaquín Morales o el trabajo de Antonio Fernández centran el interés del hincha xerecista, pues la temporada acabó hace varias jornadas. Más que el resultado que se produzca esta tarde, el socio del Xerez está pendiente de los argumentos que dará Lucas Alcaraz al término del encuentro.

Antítesis futbolera

Ante todo este sopor, toda esta desgana, toda esta falta de aliciente aparece la antítesis de un equipo que se encuentra a una victoria de lograr la mejor puntuación de toda su historia. Algo que lógicamente no compensa con aquella ilusión del ascenso. Esa palabra que ahora se siente lejana, pero que no hace mucho se creía tener en la palma de la mano. Sólo había que lograr cerrarla. Cinco dedos, como cinco victorias que hubieran bastado para que las desoladoras gradas de Chapín estuvieran inundadas de lágrimas de Primera.

Los asientos del municipal probablemente estarán mojados de soledad, pues algún que otro abonado incluso preferirá disfrutar del atractivo Italia-Estados Unidos de la Copa del Mundo.

Para este tramitario paripé de noventa minutos, Lucas ha convocado a Tete, Alberto, De Coz, Mendoza, Gerard, Moreno, Francis, Guille, Pedro Ríos, Colorado, Etxabe, Selu, Lekic, Castaño, Camuñas, Geijo, Bajic y Guzmán. Para alguno de los 18 será la despedida. Mikel Etxabe dirá adiós a la que un día fue su banda izquierda. Guille podría disfrutar por última vez de ese pesado nueve que ha portado en su espalda. Alberto podría tener en el día de su despedida la primera oportunidad para demostrar lo que sabe hacer. Lekic se despedirá del fracturado sueño español. El bueno de Tete no podrá seguir deteniendo lo imparable en la puerta xerecista. Y permanecerá la incógnita del gran capitán, pues Vicente Moreno seguramente abandone el terreno de juego sintiendo que pone final a una etapa con su azulina.

En frente un Málaga B obligado a hundirse en el pozo. Por mucho que hubieran querido remar, la corriente los hubiera arrastrado a una categoría inferior. Para los canteranos el encuentro no llega a ser ni tan siquiera un trámite. No es más que una obligación, que por suerte se encuentra a sólo trescientos quilómetros de su ciudad. Eso sí, los canteranos de la Costa del Sol tienen como premio no acabar últimos si puntúan y no gana el Eibar su duelo de descendidos con el Racing de Ferrol. El conjunto malagueño se despedirá de una categoría en la que ha resistido tres temporadas y en alguna de las cuáles la entidad malaguista fue la única española con un equipo en Primera y otro en Segunda.