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Sábado, 17 de junio de 2006
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Fresca, oxigenada y resistente
Por primera vez en la selección española se habla del estado físico como de un arma competitiva y no como de una desventaja respecto a sus rivales
A la conclusión del partido amistoso ante Croacia, Luis Aragonés destacó dos grandes virtudes de la selección española, ambas directamente relacionadas. Por un lado, se refirió a la fortaleza mental del equipo para superar el autogol de Pablo Ibáñez y lograr la remontada en el descuento. Por otro, ensalzó el despliegue físico de la roja, cuyos jugadores terminaron el partido pidiendo más guerra mientras sus rivales, unos tiarrones con una condición física de base muy superior a la de los españoles, pedían la hora, ya sin resuello.

El pasado miércoles, en Leipzig, vino a ocurrir algo parecido. Mientras los ucranianos se derretían bajo la solana, la tropa de Aragonés daba una exhibición no sólo de fútbol sino de vitalidad y poderío físico. La jugada del cuarto gol no pudo ser más sintomática. Que después de 80 minutos de juego disputados a 34 grados de temperatura, con toda la tensión que se acumula en un estreno mundialista, un central se vaya a la aventura como se fue Puyol y acabe dando una asistencia a un delantero -Fernando Torres- que seguía como un cohete tras haberse dado una paliza descomunal, no puede hablar mejor del estado físico en el que se encuentran los internacionales españoles; un estado que el preparador físico de la selección, Jesús Paredes, resumía el otro día en petit comité con una expresión sencilla y elocuente. «Están a tope», comentó.

Nos encontramos, pues, ante otra razón de peso para ser optimistas con España en este Mundial. Ya no se trata sólo de que el equipo tenga calidad y buen toque, sino que por primera vez da la impresión de haber llegado muy fresco al torneo; algo absolutamente crucial si se quiere llegar lejos. En este sentido, se puede decir que la selección ya no tiene, esta vez, la disculpa que ha utilizado en tantas ocasiones para justificar sus fiascos; que los jugadores llegan quemados, desgastados y sin aire, después de una dura temporada con sus clubes en una Liga tan fuerte como la española.

Sangre fresca

Durante mucho tiempo, de hecho, se ha tenido la impresión de que los internacionales españoles se presentaban en las grandes citas para dar sus últimas bocanadas antes de la vacaciones. Ahora ocurre todo lo contrario. Salvo las selecciones del África negra, que en estas cosas del correr comen aparte, y quizás Argentina en su exhibición de ayer, ninguna otra ha dado la impresión de frescura y resistencia que dio el miércoles la española.

El cambio obedece a varias razones. La primera es evidente: la juventud. Ya es de sobra conocido que España se ha presentado en este Mundial con un equipo de chavales, el más joven de largo de todo el campeonato. Si la media de edad de los jugadores presentes en el Mundial es de 28, la de los que se ha traído Luis Aragonés está en los 25. Ninguno de los 14 futbolistas que utilizó el sabio de Hortaleza ante Ucrania llega a los 30 años. Los más viejos son, precisamente, los dos nacionalizados, Senna y Pernía. El centrocampista del Villarreal cumplirá los treinta el próximo 17 de julio, pero es una fuerza de la naturaleza a la que el tiempo se le cuenta de manera distinta.

El hispano-argentino tiene 29 y los demás oscilan entre los 28 de Puyol y Raúl y los 19 abriles de Cesc Fábregas. En el caso del trío ofensivo, compuesto por Fernando Torres, David Villa y Luis García, su media de edad es de 24,6 años. Si a ello se une que los tres son futbolistas veloces y de una gran resistencia, sobre todo el madrileño, se explica el tormento que sufrieron en Leipzig los defensas ucranianos. Por cierto, a hacer del debut de Ucrania en el Mundial una pesadilla contribuyó de manera especial Xavi, al que su gravísima lesión le ha podido amargar la temporada y privarle de experiencias inolvidables en su equipo, pero le ha permitido venir a Alemania fresco y lozano, con el cuentakilómetros a cero.

El caso Xavi

En el tema del desgaste físico de los jugadores hay que tener en cuenta otra cuestión importante y es el tipo de futbolistas que se ha traído Aragonés. En anteriores Mundiales y Eurocopas se optó por jugadores más mayores y de más fuerza, es decir, por un perfil de futbolista que inevitablemente, por honrado que sea e ilusión que le ponga, llega más tocado al mes de junio. Ejemplos. Ferrer, Alkorta, Sergi, Iván Campo, Nadal, Hierro o Luis Enrique estuvieron en el once que Javier Clemente alineó contra Nigeria en el primer partido del Mundial de Francia. Cuatro años después, en Corea, en el 3-1 ante Eslovenia, jugaron Juanfran, Nadal, Hierro, Puyol, Baraja y Luis Enrique.

Ahora ha cambiado el paisaje. Sin entrar en comparaciones con otras épocas, Xavi Hernández está convencido de que «el dinamismo» es una de las grandes virtudes de España y que éste es posible gracias a una excelente condición física. «La selección está muy bien. Que haya tanta gente joven tiene sus pros y sus contras. Y una de las ventajas, sin duda, es la frescura», afirmó el centrocampista del Barcelona, que aseguró sentirse «perfecto» y con muchas ganas de batalla. «Ya me he pasado el año descansando», comentó, entre risas celebradas por la concurrencia, cuando se le preguntó si necesitaba descansar ante Túnez.



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