La llegada del Mundial ha puesto a buena parte de mi familia y amigos un tanto alterados. Incluso en el trabajo se nota que existe esa presión relacionada con la rapidez por acabar pronto porque hay que ir a ver los partidos del Mundial. Dios mío, jamás entenderé la pasión que levantan once chicos (todos ellos muy guapos, eso sí) corriendo detrás de un balón para conseguir batir a un portero que a veces tiene las manos de goma porque no para ni una.
Créanme me he sentado frente al televisor con mi pareja y amigos más de una vez para ver los partidos del fútbol e incluso, a veces, me he contagiado de ese deseo visceral que hace que quiera que pierda Alemania o Brasil, y qué decir ante la posibilidad de que España gane de una vez el pase a semifinales aunque sea en el último minuto de partido y de penalti injusto. Reconozco que es divertido compartir esos ratos con los amigos e incluso me encanta pintarme la cara con los colores de la selección (no porque sea patriota ni nada de eso que tampoco entiendo el nacionalismo) y colocarme la bufanda en pleno mes de junio cuando el calor en Jerez ya se hace un tanto insoportable.
Recuerdo el pasado mundial en las instalaciones del Club Puertas del Sur a un grupo de chavales que gritaban y tocaban la trompeta preparados para la ocasión. Recuerdo sus caras cuando el árbitro anuló los goles ante Corea y las palabrotas que salían por sus bocas. Me resultó incluso tierno ver como muchos de ellos guardaban rencillas y diferencias para ver juntos el Mundial.
También recuerdo a una de las chicas de esa reunión discutiendo muy encendida con un amigo porque pensaba que Morientes era mejor en su puesto que el jugador que en ese momento estaba sobre el terreno de juego y cómo pensé ¿quién dijo que el fútbol es cosa de hombres?
Evidentemente quien afirma eso aún es y será un machista empedernido que no logra ver más allá de sus propias narices porque conozco a muchas niñas que juegan al fútbol como los ángeles.
En fin, que ya ha llegado el Mundial y que todos estamos pendientes de él porque, sinceramente, aunque a mí me dé absolutamente igual eso del fútbol no me pienso perder la típica quedada con los colegas y pienso animar a la selección. Sólo espero que aquellos aficionados que están en Alemania piensen que el fútbol sólo es eso: deporte, y como tal hay que tomárselo. No sirven de nada los llantos o lamentaciones y muchísimo menos el perder los papeles hasta el punto de ser violento.
Señores disfruten del espectáculo, que para eso es el Mundial.
Elisa Barbatiño. Jerez