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Lunes, 29 de mayo de 2006
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Opinion
¿Otegi en la cárcel?
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Imposible pensar que se cumpla la pretensión inicial del Gobierno, consistente en que en el debate del estado de la nación, que comienza este martes, no se hable de terrorismo. Imposible si se tiene en cuenta que, coincidiendo con el último día de este debate, Arnaldo Otegi y varios de sus compañeros en la ilegalizada Batasuna han de comparecer ante el juez Fernando Grande-Marlaska, empeñado en ampliar las acusaciones a los batasunos. El debate en el Parlamento no puede discurrir por cauces muy ajenos al debate en la calle: ¿debe o no ser encarcelado preventivamente, a cuenta de las muchas acusaciones que tiene pendientes, ese Arnaldo Otegi que se ha constituido en cabeza de la comisión negociadora con el Gobierno central en la busca de un proceso de paz?

Ya digo: inútil que la comunicación del Ejecutivo, procedente de La Moncloa, con motivo del más importante debate parlamentario del año excluya toda referencia al terrorismo. Qué duda cabe de que los asesores de Mariano Rajoy, los que le ayudan a elaborar la réplica que el martes por la tarde habrá de dar al discurso inicial de Zapatero, no pueden compartir el silencio sobre esta cuestión, un silencio argumentado en que habrá otro debate específico, en junio, en el que Zapatero pedirá al Congreso la autorización para iniciar formalmente las negociaciones. Y, de paso, es de esperar, informaría detalladamente a la nación acerca de la marcha de esas negociaciones, que no es que empiecen precisamente ahora, por cierto, aunque, claro, este extremo nadie quiera reconocerlo desde el campo socialista.

Sin duda, hacen bien los asesores de Rajoy, con Pedro Arriola a la cabeza, cuando le dicen que no puede dejar pasar la ocasión de lanzar varias preguntas comprometedoras al presidente a cuenta de este llamado proceso de paz que debe conducir a la desaparición de ETA.

¿Debe, puede, ser encarcelado Arnaldo Otegi? Los jueces con los que consultamos los periodistas ofrecen dictámenes diferentes. Para unos, como Grande-Marlaska, héroe de no pocos tertulianos y columnistas, hay motivo más que suficiente para decretar una prisión por causas acumuladas de falta de respeto a las condiciones de la libertad provisional. Para otros, no inevitablemente encuadrados en Jueces para la Democracia, habría que pensar detenidamente si existen razones penales suficientes para poner en peligro la dinámica, ya más o menos iniciada, hacia el fin del terror de ETA. Es decir, que la ley no debe aplicarse sobre todas las cosas cuando de tal aplicación se deriven males mayores que los que se trata de evitar.

A Otegi, las cosas se le han puesto ahora un poco más difíciles. Y quizá también al proceso de paz. Pero, si hubiese que apostar, yo apostaría por que también esta vez logrará evitar la cárcel: es lo más razonable dada la coyuntura política, que pesa ahora más que el puro respeto a la formalidad legal. Pero, eso sí, Zapatero no logrará evitar tener que mojarse y hablar del tema en un debate que, para el jefe del Gobierno, se celebra en un momento especialmente incomodo, lleno de incertidumbres y de cuestiones no cerradas. Puede que, por una vez, una cita parlamentaria de este calibre alcance su auténtica dimensión de fondo y forma. Depende, claro, de los dos principales protagonistas, cada día más incompatibles y, sin embargo, cada día más condenados a entenderse en cuestiones fundamentales. Tengo para mí que los ciudadanos esperan de este debate sobre el estado de la nación mucho más que en ocasiones anteriores, quizá porque la coyuntura lo merece.



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