Se ha vuelto a repetir. De nuevo otra de mis amigas, una joven de 23 años con todas las ganas y la fuerza del mundo, se va fuera de Jerez a trabajar y ya van muchos, quizás demasiados. No sé por qué ocurre con tanta frecuencia en esta ciudad, pero la verdad es que son cientos los jóvenes que se marchan en busca de un futuro fuera de los límites del término municipal e incluso fuera de Andalucía.
Algunos han estudiado carreras tecnológicas y no hay industria en la provincia para ellos, otros se unen a los miles de titulados en Derecho o Turismo o Empresarialas y no encuentran su hueco. Acaban en una gran empresa consultora en Madrid donde se encuentran a los vecinos de abajo, que tomaron la misma decisión hartos de la cola de la oficina del Inem de la calle Merced. Allí echan de menos los paseos a pie porque las grandes distancias los hacen imposibles y adoptan esa terminología de la capital que tanto me molesta de «voy a bajar» cuando hablan de visitar Andalucía. A lo mejor es que tienen razón, y venir a Andalucía es «bajar» un escalón o dos, o toda la escalera entera. Llegan los trenes Ave y los Talgo y los Sevibus hasta arriba de chicos y chicas a los que se les caen las lágrimas cuando cruzan Despeñaperros.
Dicen algunos desconocedores de la realidad que nosotros, los jóvenes, no estamos preparados para el mercado laboral y venga cursos de formación y de reciclaje y demás. A lo mejor son las empresas y las industrias de esta zona las que no están preparadas para nosotros. De nuevo, otra fuga de jóvenes.