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Lunes, 22 de mayo de 2006
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El Barcelona firma la mejor campaña de su historia a base de trabajo y mucha calidad
Tras un inicio titubeante en Liga con la derrota ante el Atlético, Riazor fue el punto de inflexión de los de Rijkaard
El Barcelona firma la mejor campaña de su historia a base de trabajo y mucha calidad
En noviembre, el Barça se vio campeón al ganar 0-3 en el Santiago Bernabéu. / EFE
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Sólo en una ocasión, hace 14 años, el Barcelona había sido capaz de ganar la Copa de Europa y la Liga española, un doblete al alcance de muy pocos repetido esta temporada por la plantilla de Frank Rijkaard en el que ha sido el mejor curso de la historia del club.

Así lo indica la comparación de las estadísticas entre ambas temporadas, porque en 1992 el Barcelona ganó la Liga con 54 puntos -sólo se otorgaban dos por victoria-, uno más que el Real Madrid. Este año, el Barca ha ganado la Liga con una evidente holgura, 12 puntos de diferencia.

Más allá de las cifras, el Barcelona encontró esta temporada su punto más alto. Logró lo que hace apenas tres años era impensable, conquistar la Liga y ganar la Copa de Europa, viejo sueño del barcelonismo.

Con un bloque similar al de pasada campaña, ya que sólo Van Bommel y Ezquerro se incorporaron a la plantilla, el equipo protagonizó un inicio titubeante en la Liga. No tardó en perder su primer partido, frente al Atlético de Madrid, y ofrecía síntomas de agotamiento, sobre todo en el Camp Nou.

Sin embargo, el trepidante empate en Riazor (3-3) dio paso a una racha histórica de victorias que le aseguraron prácticamente el campeonato. Encadenó, entre Liga, Champions y Copa del Rey, 18 partidos ganados. Distanció a sus rivales directos y obtuvo un colchón de puntos que sería definitivo.

Entretanto, el equipo mantenía un paso firme en Europa. Lideró con comodidad su grupo en la Champions, por delante de Werder Bremene, Udinese y Panathinaikos, antes de vivir uno de los momentos más intensos de la temporada, el enfrentamiento de octavos de final frente al Chelsea de José Mourinho.

El mal momento del Real Madrid y las dudas del Valencia permitieron a Rijkaard dosificar a su equipo en la Liga. Con el cambio de año, Etoo dejó el equipo durante un mes para disputar la Copa de Africa, pero Larsson se erigió como el sustituto ideal.

En diciembre, la lesión de Xavi pareció tambalear el motor del Barca, pero el centro del campo no se resintió. Llamado a ser el relevo de Xavi, Iniesta tardó en aparecer, pero cuando lo hizo, fue decisivo, mientras Deco, Motta y Van Bommel ponían el resto. Lesionado durante buena parte de la pasada temporada, Edmílson se confirmó como el centrocampista defensivo por excelencia, inteligente en el cruce y en la colocación y hábil en la salida de balón.

El Barca se vio campeón de Liga a mediados de noviembre, cuando obtuvo una victoria histórica: 0-3 en el Santiago Bernabéu. Ronaldinho salió aplaudido de Chamartín el Barcelona caminaba hacia el título tras un partido que ejemplificó el cambio de ciclo del fútbol español: rendidos, los galácticos de Florentino Pérez cedían el testigo al bloque de Rijkaard.

En febrero apareció el Chelsea y al Barcelona le tocó demostrar su madurez. Lo hizo en Stamford Bridge, ganando 1-2 un partido áspero en el que confirmó que su eliminación europea, un año antes y en el mismo escenario, sólo le había servido para aprender. En el partido de vuelta se limitó a contener para asegurarse los cuartos de final.

La Liga seguía su curso sin mayores novedades: la derrota en Valencia (1-0), precisamente en la vuelta de Etoo al equipo, disparó algunos comentarios y ciertas dudas, pronto disipadas por la capacidad de un equipo con múltiples recursos y con una confianza en sí mismo abrumadora.

Y además, con un líder indiscutible, de nombre Ronaldinho. El brasileño, dueño ya de un palmarés individual y colectivo inigualable, brilló a lo largo de la temporada como nunca lo había hecho: en su primera temporada resucitó al equipo e incluso al club, en la segunda ganó la Liga y en su tercera, conjugó ambos aspectos.

Logró 25 goles (17 en Liga, 7 en Champions y 1 en la Copa), recogió el Balón de Oro y el FIFA World Player y pidió la palabra en los partidos importantes.

Por ejemplo, en Milán, en las semifinales de la Copa de Europa. Corría ya el mes de abril y la Liga era ya un mero trámite. Agobiado por la defensa del Milan, Ronaldinho se buscó una nueva posición en el campo para tener el balón y, entre otras cosas, facilitar a Giuly un gol histórico: 0-1 y un paso en la final.

El equipo de Frank Rijkaard, entrenador elogiado desde todos los ámbitos del barcelonismo y situado como ejemplo de coherencia y ecuanimidad pese a algunas controvertidas decisiones, ganó la Liga a comienzos de mayo, en Vigo, antes de disputar la final de la Liga de Campeones. Fue una celebración por todo lo alto, pero con la mente puesta en París.

La expectación para la final de la Champions fue enorme. El reparto de las entradas generó polémica, pero no descentró al equipo, capaz de remontar un 0-1 en el Stade de France para alzar su segunda Copa de Europa con dos jugadores de la clase media, Víctor Valdés y Belletti, como protagonistas.



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