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Sábado, 20 de mayo de 2006
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Carmen de la Calle
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No deja de sorprenderme la cara que llega a poner la gente ante un cuadro o una escultura contemporáneos. En alguna exposición que dejó de interesarme nada más llegar, me entretuve oyendo y viendo al público, que o se confesaba amante de lo que contemplaba o abominaba de las obras expuestas. Lo cual está muy bien, porque todo, hasta el arte, tiene sus seguidores y sus detractores. A mí no me gustan el bodegón o el paisaje retratados cuando parecen obras de una polaroid e ignoran lo que esconden el bodegón o el paisaje. Sin embargo me interesa sobremanera lo que se está haciendo dentro del llamado arte contemporáneo y lo que algunas galerías, pocas por desgracia, se arriesgan y traen a esta ciudad, mayoritariamente clasicista en lo referente a las Bellas Artes.

Escribo todo esto porque estos días estoy, quiero pensar que estamos, de enhorabuena. La iniciativa municipal, ideada y trabajada por el responsable de parte de la programación de la sala Pescadería Vieja, crítico de arte, escritor y un sinfín de cosas más, Bernardo Palomo, de homenajear los quince años de galerista de Carmen de la Calle con una exposición de sus artistas, es loable y resarcirá una deuda que esta ciudad tiene con ella. Este hombre es el mayor apasionado al arte contemporáneo que conozco y suele tener ideas luminosas como ésta en las que se implica hasta la extenuación. En Jerez ha conseguido contagiar su entusiasmo por el arte a un buen número de personas, entre las que me incluyo, y por fortuna ahora desde Pescadería Vieja continuará haciéndolo con mayor eco.

Pero volviendo a la homenajeada, Carmen de la Calle trajo por primera vez a Jerez el arte contemporáneo y lo hizo sin tapujos, a las bravas. Acostumbrada a exposiciones de caballos, uvas y ciervos atacados por jaurías, Jerez contempló boquiabierta de la mano de Carmen los desnudos masculinos más transgresores de Guillermo Pérez Villalta, los insectos metidos en cera de José María Sicilia o la poesía pintada de José María Báez, entre otros muchos.

Su apuesta fue arriesgada y sólo un público minoritario mostró interés, a pesar de lo cual esta galerista mantuvo una línea coherente con lo que se había propuesto y siguió mostrando en Jerez el arte contemporáneo en todas sus tendencias, desde lo figurativo a la abstracción. Al principio no vendía cuadros, pero no por ello tomó el camino fácil de exponer obras del gusto mayoritario y sí lo que estaban haciendo artistas jóvenes y emergentes con mucho que decir pero sin sitio donde decirlo.

Nombres hoy consagrados, como Cristian Domecq, Jesús Marín Clavijo, Luis Mayo, Malali Bachiller, Juan Ángel González de la Calle o José Gallego, por citar sólo algunos, han ido mostrando en la galería de Carmen su obra y haciéndonos a los que las contemplábamos más y más devotos del arte contemporáneo. Cierto es que algunos de estos artistas se fueron quedando en el camino y no siguen con Carmen, pero ella fue la artífice de que a muchos de ellos se les conociera en Jerez y fuera de Jerez. En aquellos primeros años de galería, Carmen de la Calle logró que la gente adquiriera obras de arte contemporáneo en su galería, aunque la costumbre era comprarla a seudos marchantes, a los propios artistas en sus estudios y hasta en los bares, donde grandes artistas (González Ragel o Ramírez) malvendieron sus obras.

La galería de Carmen de la Calle se mantuvo en Jerez, en distintas sedes, hasta que hace poco se la llevó a Madrid, decidida a codearse ya con los gurús de este negocio y que se arremolinan en torno a la llamada milla de oro del arte.

Además de eso, este año regresó a ARCO para mostrar en el núcleo español del arte contemporáneo a sus artistas. Consolida así una trayectoria con altibajos en su negocio, pero lineal y sin concesiones en su proyecto inicial, mostrar el arte contemporáneo, guste más, guste menos o no guste.

En toda esta travesía, Carmen ha acumulado experiencia. Mucha. Sin embargo, creo que suscribiría sin dudarlo la frase de Chillida «me interesa más la experimentación que la experiencia», porque eso es lo que ha hecho en toda su carrera como galerista. Bueno eso, y cantar por Las Carlotas cuando pintaban bastos.



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