El documento oficial con la propuesta de la comisaria europea, Mariann Fischer, para la reforma de la Organización Común del Mercado (OCM) del vino no se dará a conocer hasta el 21 de junio, pero el borrador con las principales ideas -sobre las que ya se trabaja- circula por todos los países y ha provocado una gran preocupación en el Marco de Jerez.

En el sector no ha habido grandes sorpresas, pero sí la desagradable confirmación de que la reforma que prepara Bruselas «está mal enfocada y sólo atiende a los intereses del vino, y no los del sector vitivinícola en su conjunto», explicaban ayer el secretario general del Consejo Regulador del Brandy, Ricardo Rebuelta.

Y es que una de las premisas por la que apuesta la OCM, la de eliminar las ayudas que se dan actualmente a la destilación, supondría un absoluto varapalo para esta bebida espirituosa que depende de este proceso y que cada año consume la producción de unas 100.000 hectáreas de viñas de La Mancha que se destinan a alcohol para uso de boca.

Esta cuestión fue precisamente la que protagonizó la rueda de prensa que el diputado nacional del PP de Cádiz y ex ministro de Agricultura, Miguel Arias, ofreció ayer en Jerez y en la que advirtió de que las consecuencias negativas de la reforma supondrán para el brandy «unas pérdidas de entre 30 y 40 millones de euros».

Según los cálculos de Arias, estas pérdidas serían directas sólo por la supresión de las ayudas a la destilación, pero también habría que unir las que se derivarían de la posible reducción de ventas que se produciría «por el aumento del precio de la botella, ya que el brandy es un producto en el que cualquier incremento en los costes se traduce rápidamente en su valor en el mercado».

Estas pérdidas supondrían un golpe importante a todo el entramado del Marco de Jerez ya que, como apuntó el representante de los populares, «a nadie se le escapa que la industria del brandy es fundamental para el sostenimiento de las bodegas, y aunque la OCM no sea tan dañina para el vino, los perjuicios serán los mismos, porque si al brandy le va mal le irá mal también al jerez».

El mismo argumento utilizó ayer Rebuelta, que hizo hincapié en «la sensibilidad de este producto a los incrementos» y que dejó claro que «los próximos meses son fundamentales» en la ofensiva que tendrán que llevar a cabo contra los preceptos que plantea Bruselas.

En este sentido, el director general de la patronal bodeguera Fedejerez, Bosco Torremocha, se mostró algo más optimista y apuntó que «aún hay tiempo para cambiar conceptos y para que se recojan nuestras reivindicaciones» en la comunicación de la comisaria. No en vano, como él mismo recordó, hasta junio no se presentará la primera propuesta, hasta diciembre no habrá un reglamento y «la negociación se extenderá hasta 2007 por lo menos». En esa línea, Fedejerez seguirá adelante con «el trabajo que venimos desarrollando desde hace tiempo para velar por nuestros intereses».

En lo que sí coincidió Torremocha es en lo injusto de esta reforma que deja al brandy «en una mala posición competidora» ante otras bebidas, como el whisky o el ron, que «incluso pueden beneficiarse del resultado de otras OCM como la del azúcar o la de los cereales».

Como explicaba ayer el diputado nacional del PP Aurelio Sánchez, «esta reforma no puede obligar a un producto de calidad y de tradición como el brandy a tener que buscar alcoholes destilados de otros productos que no sean el vino, pero tal como está planteada la reforma es lo que fomenta».

Ante las negociaciones que se abrirán en los próximos meses, Arias y Sánchez instaron al Gobierno español a que «haga su trabajo para que de aquí a junio se los documentos recojan las reivindicaciones españolas», al tiempo que llamó a la unidad del sector «porque de lo contrario no tendremos ninguna fuerza».