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Martes, 9 de mayo de 2006
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SOMOS DOSCIENTOS MIL
Extraña sintomatología
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Estoy convencido de que a través de esta columna, llegará un día en el que ustedes sabrán de mí tanto como yo. Si ya les adelanté semanas atrás que soy un urbanita, hoy les confieso otra de mis debilidades: pocas cosas existen que puedan impedirme, tras el almuerzo, dar una pequeña cabezadita. No hablo de pijama y orinal; ni siquiera de siesta. A veces diez minutos relajan lo suficiente como para afrontar la tarde laboral con suficientes garantías.

Sin embargo, últimamente, existe un problema que me impide conciliar el sueño y la culpa la tiene la televisión. En concreto una serie llamada House -se emite por un canal digital y los martes por el canal Cuatro- que supongo alguno de ustedes han visto, y que narra las vivencias de un equipo de médicos dedicados a enfermedades raras. El jefe de tal equipo, el Doctor House, es un tipo irónico, engreído, tullido, pero con un extraño sentido del humor que a muchos, entre los que me hallo, nos tiene conquistados, incluso a riesgo de perder ese placentero y reparador sueñecito.

Y a cuento de qué narro todo ello. Pues simplemente porque cada vez estoy más convencido de la necesidad de que el Hospital de Jerez, tan necesitado de reformas y ampliaciones (eso puede dar para doscientas columnas más), cuente con una unidad dedicada al estudio de dichas enfermedades extrañas, ya que detecto, de un tiempo a esta parte, como entre determinados ciudadanos de Jerez, se extiende una dolencia de difícil explicación, pero con síntomas muy claros y alarmantes.

Todo supongo, pues no soy médico, debe nacer a raíz de una especie de alergia que provoca el contacto prolongado con la piel de los asientos traseros de los coches oficiales. Normalmente vehículos de alta gama, pagados vía tributos por el pueblo llano y conducidos por chóferes a sueldo.

Una vez esa alergia entra en el torrente sanguíneo del afectado, el mismo comienza a desarrollar extrañísimos síntomas, de los que les narro los más significativos, por si acaso, observen entre allegados y familiares la presencia de dicho mal.

Entre otros síntomas, la mayoría de inexplicable carácter psicológico, se dan los siguientes: irrefrenable deseo por ampliar aceras, en la mayoría de los casos de forma innecesaria; angustia vital por realizar obras, normalmente de grandes proporciones (aparcamientos subterráneos, rotondas monumentales o inmensos recintos deportivos); deseo insuperable por privatizar calles públicas mediante artefactos -creo les llaman pilonas- que sólo permiten el acceso a quienes logran el ansiado mando de control; y otro síntoma, quizás explicable mediante una regresión a anteriores estadios evolutivos, consistente en plantar palmeras por doquier. Quizás sus ancestros se cobijaban bajo este tipo de árbol y ello se ha transmitido en el subconsciente del enfermo.

Pero tengan cuidado, pues a los síntomas psicológicos se añaden otros exclusivamente físicos. Por ejemplo, la atrofia muscular que se produce a partir de determinada hora y que obliga al enfermo -quien horas antes podía incluso hacer footing- a ser conducido en vehículo oficial hasta la misma puerta de los sitios donde acude. Da igual que sea la Feria, una asociación de vecinos, una inauguración previa a la oficial o su propio domicilio. El otro síntoma, extremadamente preocupante, es la pérdida de memoria a corto y medio plazo, lo que provoca que el enfermo decida remodelar una obra que ha remodelado pocos años atrás, o levante la solería de calles y plazas, aun cuando haga poco tiempo que la misma fue instalada.

Tengan cuidado pues aunque la enfermedad no es contagiosa -siempre que eviten el contacto prolongado con la piel de los asientos traseros de los coches oficiales- ahora, con esto de la Feria, parece que los síntomas remiten gracias a los efectos del vino fino y del albero e, incluso, estos enfermo llegan a parecer gente normal, simpática y agradable con cuantos se le acercan.

Pero cuidado. Cuando pase la feria lamentablemente todo volverá a la normalidad y, dado que en mi subyace el espíritu del Doctor House, me veré obligado a seguir indagando en esta extraña sintomatología.



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