El partido de ayer en Getafe puede resumir la temporada completa de los hombres de Víctor Espárrago en donde el desconcierto ha sido la nota predominante en todos los partidos. La incongruencia de no tener ningún central en el banquillo tras la lesión de Paz es el reflejo de una temporada donde el despropósito ha estado al orden del día.

Haciendo un balance de la temporada en general y comenzando por la portería habría que decir que para estos últimos partidos claves hubiera sido mejor contra con Armando. No ya por la seguridad que transmite a su defensa, sino por la mayor implicación en los partidos. Es necesario contar con los gritos de un portero que se sepa está enchufado en el partido.

Pasando a la defensa, aún no entiendo el fichaje de Vella en diciembre si se tenían a hombres como Velázquez o Vella. En este capítulo hay que destacar la regularidad de Varela pese a ser el jugador más incomprendido por parte de la afición. La pareja de centrales formadas por Paz y De Quintana se ha consolidado como la de más garantías. Ya en el centro del campo, la figura de Bezares se ha impuesto por encima de todas. En la misma sintonía que el fichaje de Vella, aún no veo lógico como el club se desprendió de Manolo Pérez. Será porque yo también era un jugador del centro y por eso me preocupó tanto la marcha de este jugador. Con su marcha, el Cádiz no ha podido beneficiarse de la cantidad de goles que gracias a su toque de balón y a la estrategia siempre ha contado el Cádiz. Fuera de esto, la cabezonería de Espárrago de mantener el doble pivote defensivo (Bezares-Fleurquin) ha pasado factura al juego del equipo. Aunque a favor de Espárrago, hay que recordar el invento de Bezares-Benjamín-Nenad y Medina y que tantos puntos dio al equipo. Lamentablemente, la lesión del pucelano trastocó ese equipo y Espárrago volvió a colocar el doble pivote defensivo alternando a Suárez con Bezares.

Y para acabar. Lo peor. Es decir, la delantera. De haber tenido un goleador, el Cádiz hubiera tenido más puntos al final de la primera vuelta tras jugar su mejor fútbol. Ni Oli, ni Medina han dado al equipo esa definición que tanto ha echado en falta la afición cadista.