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Miércoles, 26 de abril de 2006
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Los maoístas se desmarcan del acuerdo con el rey y prolongan la crisis en Nepal
El líder de la guerrilla acusa a los siete grupos de la oposición de «traición» y amenaza con bloquear Katmandú La euforia se desata en las calles tras la cesión de Gyanendra
Los maoístas se desmarcan del acuerdo con el rey y prolongan la crisis en Nepal
Miles de nepalíes se lanzaron a las calles para celebrar la cesión del poder político por Gyanendra. / AP
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Después de tres semanas de huelga general y de masivas protestas, la capital de Nepal, Katmandú, estalló ayer finalmente, pero en una fiesta. Como estaba previsto, decenas de miles de personas tomaron las calles de la ciudad y de otras poblaciones de este pequeño país del Himalaya. Sin embargo, y a diferencia de las movilizaciones de los últimos días, dicha marcha no era de protesta, sino de celebración.

Eufóricos, los nepalíes festejaron la derrota del rey Gyanendra, quien la noche anterior acabó cediendo a la presión popular al restaurar el Parlamento que disolvió en 2002 para tratar de imponer una monarquía absolutista.

Tras la humillación del soberano, que hasta se vio obligado a ofrecer sus condolencias por los 17 fallecidos en la revuelta, la multitud inundó la circunvalación de Katmandú enarbolando banderas de las principales fuerzas políticas, el Partido del Congreso y el Partido Comunista. A bordo de camiones atestados y de autobuses con decenas de pasajeros subidos al techo, los manifestantes cantaban proclamas democráticas e increpaban, en tono más jocoso que amenazante, a los pocos policías que vigilaban las calles. «Hemos ganado, vosotros y el rey habéis perdido», coreaban haciendo sonar las bocinas de sus coches y motocicletas.

«Estamos muy contentos porque el monarca ha devuelto el poder a los partidos, pero ahora queremos una nueva Constitución que limite su autoridad política y militar», explicó Roshoun Gnimire, un estudiante de Económicas de 21 años que se había unido a la manifestación del Partido Comunista.

Partiendo desde distintos puntos de la ciudad, las marchas organizadas por los siete grupos de la oposición confluyeron en Kalanki, una plaza al oeste de Katmandú donde el fin de semana fallecieron tres personas en choques con la Policía.

Programa político

En esta zona emblemática del 'poder popular' que ha doblegado al rey de Nepal, los representantes de la alianza opositora detallaron a la muchedumbre su programa político desde la terraza del Hotel Pacífico. Con el presidente del Partido del Congreso, Girija Prasad Koirala, designado primer ministro, el Parlamento restaurado tendrá como objetivo principal convocar elecciones para escoger a una Asamblea Constituyente que promulgará una nueva Constitución. Dicha Carta Magna reducirá el poder del rey para convertirlo en una figura ceremonial y hasta es posible que plantee un referéndum para que el pueblo decida entre monarquía o república.

Pero el fin de las protestas no ha zanjado la crisis en Nepal, ya que la guerrilla maoísta, que se había aliado en noviembre con la oposición, se desmarcó ayer del acuerdo con Gyanendra, al que pretenden derribar desde hace ya una década en un conflicto que ha costado más de 12.000 vidas.

En un comunicado, el líder maoísta, Prachanda, acusó a los siete grupos políticos de «traición» y amenazó con bloquear Katmandú. Continúa, por tanto, la incertidumbre en Nepal a pesar de que la triunfante oposición pretende firmar un alto el fuego con la guerrilla para que abandone las armas y se una al diálogo político.



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