El Tribunal Correccional de París ha condenado hoy a penas de ocho y cinco años de cárcel a dos presuntas activistas de ETA, las francesas Laurenxa Guimon y Laurenxa Beyrie, por asociación de malhechores con fines terroristas.

La pena más alta, de ocho años de prisión, fue para Guimon (36 años), considerada como una importante miembro del aparato logístico de ETA hasta su detención en 2003. Beyrie, de 28 años y presunta integrante hasta su arresto a finales de 2001 del equipo encargado de adiestrar a nuevos activistas de la organización, fue condenada a cinco años de cárcel. Las dos estuvieron ausentes de la lectura de la sentencia, ya que fueron expulsadas por el presidente del tribunal tras protestar a gritos y en euskera por haber sido llevadas "a la fuerza y en contra de su voluntad" a la sala de audiencias, según su abogada, Xantiana Cachenaut.

La sentencia, que Cachenaut aún no sabe si sus clientas recurrirán, estuvo acorde con la requisitoria de la Fiscalía. Las dos estaban acusadas de asociación de malhechores con fines terroristas, un delito punible con un máximo de 10 años en Francia. Guimon fue juzgada además por haber ocultado dos furgonetas robadas en perjuicio de una empresa de alquiler de vehículos de Girona (España), tenencia ilícita y transporte ilegítimo de armas y explosivos, así como de tenencia y uso de documentos falsos.

Tampoco estuvo presente en la lectura de la sentencia el francés Patrick Etchemendy, de 40 años, condenado a un año de prisión exento de cumplimiento, la mitad de lo solicitado por el fiscal. Etchemendy, natural de Bayona, como sus dos colegas de banquillo, estaba acusado de complicidad en asociación de malhechores con fines terroristas por haberse prestado como garante en el alquiler por Laurence Guimon de un local para ETA en esa localidad vascofrancesa para almacenar vehículos y materiales.

Francia como "retaguardia" de ETA

Para el fiscal este caso era "emblemático", pues pone de relieve la importancia de Francia como "retaguardia" de ETA y demuestra la implicación de "cierta juventud" vascofrancesa en la banda armada. La investigación de este sumario arrancó "por azar" hace siete años con el descubrimiento de un importante zulo de ETA en un garaje de Bayona, donde había una gran cantidad de armas, explosivos y documentación sobre posibles objetivos.

La divulgación en la prensa de la identidad falsa de la mujer que había alquilado ese garaje, donde se encontraron las huellas de Beyrie en un detonador, permitió a la policía hallar tres zulos más. Uno de ellos era un taller y estaba también en Bayona -era el que Etchemendy había avalado- y los otros dos, un garaje y un hangar, estaban en Boucau y Anglet, también en el País Vasco francés.