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Martes, 25 de abril de 2006
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Un tropiezo en el proceso
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Tanto el PNV -Iosu Ion Imaz- como el Gobierno vasco -el lehendakari Juan José Ibarretxe- transmitieron ayer a ETA idéntico mensaje: Euskadi ya no tolera la violencia. Lo precisó Imaz al afirmar que «no hay nivel tolerable de violencia», refiriéndose obviamente a la kale borroka, calificada con absurda benignidad como terrorismo de baja intensidad. Y es que el incendio en Barañáin (Navarra) de la ferretería de un concejal de Unión del Pueblo Navarro (UPN) y el ataque con cócteles molotov a una oficina de Mapre en Getxo (Vizcaya), las dos acciones el pasado fin de semana, han empañado ostensiblemente el alto el fuego que declaró ETA hace justo un mes.

Las policías investigan para descubrir si estos dos atentados se deben a órdenes de ETA o a la iniciativa de grupos incontrolados. Así lo ha sugerido el delegado del Gobierno en el País Vasco, lo que plantea la hipótesis de que, tras el desarme y la disolución de ETA, podrían organizarse pequeños grupos de actividad delictiva, estilo Grapo y de cualquier otra peculiaridad de bandidaje. De momento, el PP ha sacado a Acebes tras la reunión de su junta directiva para decirle al Gobierno que el alto el fuego no es real, y que lo verifique mejor. Porque en la sede popular constaría el envío de cartas de extorsión al País Vasco, lo que unido a los atentados de este fin de semana exigiría un replanteamiento de las expectativas de paz.

A la derecha de Navarra se la habría aparecido el fantasma de un arreglo entre el Gobierno y ETA para enlazar de algún modo la comunidad foral con las tres provincias vascas, y el presidente Miguel Sanz urgía ayer al Gobierno de España para que «interrumpa de una manera efectiva toda actuación que se encuadre en el llamado proceso». A lo que de inmediato replicó el secretario socialista de Organización, José Blanco, que pidió a Sanz apoyo y confianza al Gobierno, pero añadió que la confianza no puede producirse sobre debates que no están encima de ninguna mesa.

Si en la lucha antiterrorista venía apoyando el PP parte de sus ataques al presidente Zapatero, en la estrategia para la paz se intuye que los populares van a desplegar una ofensiva muy fuerte en varios aspectos: el no pago de precio político a ETA, la intangilibidad de Navarra como objeto de trueque, la unidad de España y el debido respeto a la opinión de las víctimas. A primera vista, da la sensación de que esa estrategia del PP no va a conducirle a ningún sitio, porque esos cuatro puntos o flancos de ataque son compromisos del Gobierno. Ahora bien, la insistencia en hacer bandera de Navarra, de la unidad de España, de las víctimas del terrorismo etarra y de no poner al cese de la violencia precio político va creando la imagen de que al Gobierno ni le importan las víctimas, ni Navarra, la unidad de España, ni pagar políticamente a ETA por dejar de matar. Lo cual es abrumadora y felizmente inexacto.

Pero falta sólo un año para las elecciones municipales y autonómicas, y el domingo malhumoraba al PP un sondeo que le situaba a ocho puntos de distancia del PSOE, lo que no es nada descorazonador dadas las circunstancias -el alto el fuego de ETA- siempre que no se sigan cometiendo los mismos errores que en los dos primeros años de la legislatura. Ayer repitió Acebes lo mismo que había dicho días antes el socialista Blanco, que al PP le interesa que se verifique no si ETA va a estar un tiempo quieta, sino si se disuelve. Y en esa verificación, el PP apoyaría al Gobierno.



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