Es la hora. Cinco partidos como cinco soles. Tres en casita, dos fuera. 450 minutos de fútbol tras los cuales sabremos si seguimos en Primera o volvemos a Segunda, la categoría que hace dos días nos parecía el paraíso y a la que ahora miramos con cariño, pero sin querer ni verla.

Llegados a este punto trascendental, en el que antaño se forjaban los milagros, sólo nos queda encomendarnos a una cosa. No es ni la suerte, ni los milagros, ni la fiebre amarilla ni la leche que le dieron. Ni siquiera es la afición, de la que se da por hecho que va a estar ahí, como siempre. Dejándose la garganta y los euros para acompañar a su equipo no sólo en Carranza, sino en los dos desplazamientos.

A lo que tenemos que encomendarnos no es realmente una cosa, si no 25 personas: los jugadores. Ellos y sólo ellos pueden conseguir que el Cádiz siga entre los grandes o vuelva a estar en segunda fila. Ni apoyo del entorno, ni todos a una, ni la prensa unida ni ná de ná. Los futbolistas son los que tienen que concienciarse de que hay muchísimas cosas en juego. A nivel personal para ellos y general para toda una provincia. O casi.

No se trata de cargarles de presión, pero sí de hacerles ver, a los que lo duden, que ellos y sólo ellos -insisto- pueden hacer realidad el sueño. Aquel jugador del Cádiz que tenga la más mínima molestia y no pueda estar al cien por cien, que deje el sitio a un compañero. Aquel que piense que tiene que jugar por narices, que se olvide de su egocentrismo, acate las órdenes y anime al que salte al campo. Aquel que crea que no se está viajando en las condiciones debidas, que se centre en entrenar fuerte y dejarse de protestas. Aquel que opine que las primas por la permanencia deberían ser más elevadas, que se olvide del bolsillo y centre todos sus esfuerzos en el fútbol. Las 25 personas que hoy por hoy pueden presumir de vestir la camiseta del Cádiz deben centrar las próximas cuatro semanas de su vida en el fútbol. Exclusivamente. Entrenar, entrenar y jugar.

Si desvían un solo minuto su atención, serán indignos de pertenecer al Cádiz.