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Martes, 18 de abril de 2006
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La defensa del procesado por el 11-S argumenta enfermedad mental para salvarle la vida
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El último y desesperado intento de la defensa de Zacarías Musaui para evitar que el jurado lo condene a muerte consiste en demostrar que está loco. Eso explicaría por qué el único detenido por los atentados del 11-S de 2001 ha boicoteado todas las estrategias de sus abogados. Como prueba está su propio testimonio, después de que la semana pasada se empeñase en subir al estrado por segunda vez, así como los antecedentes mentales de su familia.

La fiscalía sostiene que el joven francés de origen marroquí pudo haber salvado la vida de las casi 3.000 víctimas del 11-S si hubiera contado al FBI lo que sabía, cuando fue detenido en agosto de 2001. En su anterior testimonio, Musaui no sólo admitió haber mentido a la policía para que «sus hermanos» de Al Qaeda siguieran adelante con el plan, sino que por primera vez dijo que iba a formar parte del equipo de secuestradores.

Ayer, sus abogados recrearon una dura infancia, con una madre que sufrió el maltrato de su marido durante años. El pequeño se crió hasta los 6 años de edad en orfanatos, según declaró ayer la asistenta social Jan Vogelsang.



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