Mucho se está hablando en Cádiz sobre la mala fortuna que está persiguiendo este año a los de Víctor Espárrago. Aunque si se para a pensar, el Cádiz ha contado con la fortuna de cara en muchos mo-mentos de esta Liga que desde el cuerpo técnico cadista se ignora en repetidas ocasiones. Este capítulo se refiere a las importantísimas bajas que el Cádiz ha encontrado en sus rivales de turno.

Lejos quedan ya las ausencias en los dos enfrentamientos de Riquelme contra el Villarreal, la del sevillista Saviola en el partido de ida en el Pizjuán, la de Ronaldinho en Carranza, la del colombiano Perea en el Atlético. El argentino Aimar no vino a Carranza, Ronaldo y Raúl no estuvieron sobre el césped del Bernabéu, Pisculichi tampoco jugó en Son Moix... Aprovechadas o no, lo cierto es que al Cádiz le han venido muchas veces de perlas las bajas de sus contricantes. Unas ausencias notabilísimas en muchos de los casos. Pues bien, para seguir con esta línea positiva en cuanto a importantes carencias en el bando contrario, el Deportivo de La Coruña llegará este domingo a Cádiz con muchas e importantes bajas en su expedición. Las más recientes, la de los amonestados Sergio y Munitis. A estas dos ausencias se unen la de los centrales César y Juanma. Además de las ya consabidas del jugador canario Valerón y del de-lantero uruguayo Taborda. Seis bajas, seis con las que un equipo inmerso en la lucha por las competiciones europeas.

La cantera, clave

A diferencia del Cádiz, el primer equipo deportivista -como ya tiene acostumbrado su entrenador Joaquín Caparrós- echa en numerosas ocasiones mano del equipo filial. Y eso que el Fabril (equipo B del Deportivo) milita en la misma categoría que el Cádiz B, o sea, la Tercera División. Pero en este caso los canteranos gallegos tienen motivos suficientes para llamar a las puertas del primer equipo puesto que son líderes de su grupo con una larga distancia respecto al segundo clasificado. En la actualidad son tres los canteranos -Iago, Xisco e Iván Carril- los que están jugando en el equipo de Caparrós.

Esta forzada colaboración del filial viene motivada también por la profunda crisis económica por la que atraviesa la entidad que preside César Augusto Lendoiro. Se estima que el Dépor tiene una deuda pendiente de cerca de 24.000 millones de las antiguas pesetas. Producto de esta crisis, Caparrós ya ha manifestado su malestar.