Es la pregunta que a muchos les ha venido a la mente cuando han sido testigos directa o indirectamente del lamentable espectáculo que algunos se encargaron de dar en las calles durante la madrugada del Viernes Santo. Evidentemente, es respetable que no a todo el mundo le guste la Semana Santa, pero lo intolerable es que pandillas de auténticos críos, por no decir niñatos, se dediquen a boicotear descaradamente un acontecimiento que desde hace siglos tiene clavadas sus raíces en la cultura y en la religiosidad popular. Una sonrojante falta de respeto a los cortejos procesionales y a las imágenes se combina con ingestas desmesuradas de alcohol y consumo de estupefacientes hasta hacer que, en determinados lugares como la plaza Vargas o la misma puerta de la Catedral, las hermandades se sientan amenazadas. ¿Sabrán los padres de estas criaturas a qué se dedican sus hijos en esas noches?