El problema del maltrato doméstico deja muchas víctimas colaterales que necesitan tiempo y tratamiento para poder recuperarse de los daños que esta lacra social provoca. De todos los afectados por esta situación, los menores, los hijos de los matrimonios rotos, son las víctimas más frágiles y a las que, hasta hace poco, se dedicaban pocas iniciativas específicas. Por eso es de agradecer que en nuestra ciudad se haya puesto en marcha una iniciativa pionera que dirige sus esfuerzos a ofrecer terapias para los más pequeños de los hogares. Y es que, en resumidas cuentas, la violencia doméstica es un problema social de tanta dimensión y sus consecuencias tan devastadoras que todas las medidas que se pongan en marcha son bienvenidas. Sobre todo aquellas que trascienden las cuestiones policiales y judiciales y tratan de aportar soluciones de futuro que hagan más fácil la vida de las víctimas.