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Domingo, 9 de abril de 2006
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Demasiada coraza para encajar un gol de cabeza
El trío de centrales que colocó Lucas Alcaraz ante el Eibar no bastó para frenar las escasas acometidas de los vascos
Demasiada coraza para encajar un gol de cabeza
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La puesta en escena de la defensa xerecista ante el Eibar podía ser un homenaje de Alcaraz a la Semana Santa. Recurrió a su guardia pretoriana, a los titanes que sacaron al equipo del apuro en Alicante. Se acorazó hasta los dientes, con un tridente defensivo formado por Gerard, Vicente Moreno y Bajic, para encarar su partido ante el colista de la categoría. Demasiado tomate para tan pocos huevos, suelen decir por aquí.

No hacía falta arroparse tanto para afrontar un encuentro ante un rival que es carne de Segunda B, aunque si el equipo vence con esta alineación, adelante. Lo que funciona no debe tocarse.

De todas formas, todavía se ven desajustes en un tridente defensivo que tiene que jugar todavía más veces juntos para que lo hagan de memoria. No se transmiten aún síntomas de seguridad plena porque el Eibar en algunos momentos del partido, amagó con alguna incursión seudo peligrosa. Aunque Íñigo no es bastante para atormentar a una defensa compuesta por tres centrales, Azkoitia demostró que ni tres centrales pueden contra el típico juego vasco, del norte, proclive al choque.

Tarjeta a Gerard

Ya en la primera mitad, en una de las escasas llegadas de los armeros, el rubio central vio la tarjeta amarilla. Íñigo, en el minuto cinco, le buscó la espalda y el catalán no dudó en cometer falta porque el vasco se hubiese plantado solo delante de Tete.

Otro de los defectos que se veían en Chapín ayer fue la poca claridad con la que los centrales sacaban el balón. Recurrían casi siempre al socorrido pelotazo, obviando el toque e ignorando por completo a los centrocampistas. Éstos estaban ayer más preocupados de ayudar a la zaga que de crear.

Resumiendo, el dispositivo creado por Alcaraz parecía ayer un grupo de despejadores, de retaguardia atrincherada, con escaso poder de creación. Únicamente el capitán, Vicente Moreno, se quitaba la etiqueta de falso central y colaboraba, en contadísimas ocasiones, en labores atacantes. Un tirazo suyo a dejada de Geijo llevó el uyy a la grada. Al final, se pidió la hora con la guardia pretoriana colgada del larguero, sufriendo su vía crucis.



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