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Domingo, 9 de abril de 2006
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CULTURA
RETABLOS FLAMENCOS
Respeto
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Cuando este artículo vea la luz, nuestras calles estarán preparadas para acoger nuestra Semana Santa; la manifestación popular más genuina y antigua de cuantas tenemos en Andalucía. Un entramado cuyos perfiles poliédricos nos llevan a un mundo de sensaciones, religiosidad, aromas, fervor, cultura y todo lo que ustedes quieran, que ha sabido traspasar los tiempos para cautivar a muchas generaciones.

El flamenco, como tal, hunde sus raíces en el mismo pueblo y no existe manifestación en la que no aparezca y, en algún momento, se haga protagonista. Por estas fechas, el arte jondo se descalza de sus botas, se quita la camisa de lunares y deja sobre la silla su sombrero de ala ancha para tomar como propios los colores negros y morados de la penitencia en forma de saeta. Una antiquísima forma de expresión de la gente sencilla que reza por siguiriyas o por martinetes, que suplica a cada tercio del cante haciendo que toda una plaza se una al cantaor o cantaora en su más verídica petición a las benditas Imágenes.

Llevo unos años advirtiendo una considerable falta de respeto a los saeteros, que a lo mínimo se convierte en mofa con unos olés a destiempo, incluso provocando que el intérprete pierda el norte de su rezo. Y esto, aunque representa un grave atentado a la memoria sonora de nuestros abuelos, no deja de ser un pecado diminuto al lado de la moda de los botellones para ver la Semana Santa. Yo soy testigo presencial de cómo los pasos y los hermanos cofrades han de ir sorteando toda suerte de vidrios por algunas calles, ante la burla soez de quienes no resisten un mínimo examen de educación y civismo.

Resulta paradójico que nuestros jóvenes en las encuestas, se muestren en su mayoría ecologistas cuando dejan las calles de todos como un estercolero; se proclamen solidarios y tolerantes cuando ni siquiera respetan el silencio de una persona anónima que acompaña a su cofradía. Lamentablemente, estamos conduciendo a una sociedad que presta más atención a una botella de J&B o de Bacardi que a nuestras tradiciones más ensoleradas. Dentro de esta continua aventura hacia la nada en la que estamos transformando nuestros usos y costumbres, se alza la voz del pueblo: ¿Por favor un poco de respeto!



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