Cultura

Seis zonas de servidumbre arqueológicas completan el blindaje del litoral gaditano

La Junta cierra así la protección legal del patrimonio sumergido y marca donde se encuentran o «pueden hallarse» yacimientos submarinos La medida impide construir en los puntos catalogados sin informe previo

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Los pecios hundidos en el litoral andaluz y las historias que alimentan los oídos de los cazatesoros y sitúan El Dorado en aguas del Estrecho son motivos suficientes, aunque no los únicos, para que la Consejería de Medio Ambiente cierre el blindaje de las zonas de la costa donde se preve la existencia de 168 yacimientos arqueológicos submarinos que según el Centro de Arqueología Subacuática (CAS) aún se encuentran pendientes de una confirmación y documentación arqueológica.

La última medida emprendida por la Junta de Andalucía es la creación de las zonas de servidumbre arqueológica que viene a complementar a la figura de zona arqueológica subacuática. Los espacios protegidos bajo esta nueva calificación son aquellos en los que fuentes documentales u orales indican que en esas coordenadas se han librado batallas navales o hundimientos de buques en el pasado, por lo que hacen posible la localización de restos en el lugar. Así, cualquier actuación que se pretendan llevar a cabo en un espacio que disfrute de esta catalogación deberán contar con un informe favorable de la administración autonómica.

Presunción fundada

En la provincia gaditana los lugares donde hay una presunción fundada de la existencia de vestigios son la Bahía de Cádiz, la zona de Trafalgar, la ensenada de Bolonia, la isla de Tarifa, la Bahía de Algeciras y la desembocadura del río Borondo.

El importante número de restos arqueológicos que se localizan dentro de la Bahía de Cádiz es fruto del relevante papel que este enclave geográfico ha jugado a lo largo de la historia. El gran tráfico marítimo que se vio incrementado con el descubrimiento de América y la Carrera de Indias que marcó el despegue de la navegación, es el origen de la abundancia de yacimientos sumergidos como Sancti-Petri, El Pecio del Cobre, la Punta del Nao, el saco interno de la Bahía o los bajos próximos a Cádiz.

Sancti-Petri

Existen casos como el de Sancti-Petri donde se localiza un conjunto religioso conocido por los textos desde la antigüedad, pero que todavía no ha sido determinado por la la metodología arqueológica. Esta herencia hace que desde un punto de vista arqueológico cobre prioridad cubrir el vacío legal que hay en torno a la preservación de zonas que podrían albergar un yacimiento sumergido de intervenciones como dragados, obras portuarias o construcciones de centrales de ciclo combinado o parques eólicos marinos.

La directora del Centro Andaluz de Arqueología Subacuática (CAS), Carmen García, explicó a Europa Press que esto no quiere decir que estas obras no se puedan ejecutar, sino que antes de llevar a cabo cualquier trabajo será necesario realizar un análisis para averiguar si efectivamente hay restos -en el caso de las zonas de servidumbre- y, de ser así, determinar el valor y las medidas de protección necesarias.

El Centro de Arqueología Subacuática de la Consejería de Cultura, gracias a los trabajos desarrollados dentro del Proyecto de Carta Arqueológica, que persigue elaborar un catálogo de yacimientos subacuáticos andaluces ha constatado la existencia en las aguas de la comunidad de al menos 79 yacimientos y, sobre la base de fuentes orales y documentales, cree posible la existencia de otros 168 que aún están pendientes de una confirmación arqueológica.