Barrio de Fuggerei, situado en Augsburgo (sur de Alemania)
Barrio de Fuggerei, situado en Augsburgo (sur de Alemania) - ABC

Una vivienda por 88 céntimos al año

En un pequeño barrio de Augsburgo (Alemania), el precio de los alquileres se mantiene congelado desde 1520

Corresponsal en Berlín Actualizado: Guardar
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Mientras en el resto de Alemania los precios de la vivienda se encaraman a las nubes, en Fuggerei los alquileres no han subido desde hace casi 500 años. Y así están ellos, los inquilinos de sus casas y apartamentos pagan 88 céntimos de euro al año. Este barrio de Augsburgo, en Alemania, lleva el nombre de su creador, Jakob Fugger, considerado en sus tiempos el hombre más rico del mundo y uno de los primeros capitalistas globales de la historia. Noveno de diez hermanos de una rica familia de comerciantes, estaba en principio destinado al clero y llegó a ser nombrado canónigo en el monasterio franciscano de Herrieden, pero la muerte y desgracia de sus hermanos mayores tuvieron como consecuencia que fuese llamado a la gestión de la empresa familiar, con la que amasó una inmensa fortuna gracias a su asociación privilegiada con Maximiliano I, más tarde como prestamista también del emperador Carlos, y gracias al monopolio del mercado del cobre en Europa.

En Augsburgo hizo construir, entre 1512 y 1515, la nueva sede de la compañía. La situó en la principal calle de comercio Via Claudia (actualmente Maximilianstraße). Él mismo diseñó la fachada y su propia residencia, a partir de los dibujos que había realizado en sus viajes a Italia. Y apenas hubo terminado, diseñó también la construcción de un barrio de viviendas para personas necesitadas, según la leyenda como penitencia impuesta por su confesor. Construyó un distrito amurallado en el que distribuyó 67 casas, 147 apartamentos, una iglesia y un edificio central e servicios. El proyecto comenzó a edificarse en 1516 y sus primeros habitantes llegaron en 1520. Hasta el día de hoy, el barrio ha permanecido ininterrumpidamente habitado y hay lista de espera para sus viviendas, de unos 60 metros cuadrados de media.

Pero no cualquiera puede entrar a vivir en Fuggerei. Los aspirantes deben ser alemanes y llevar al menos dos años viviendo en Augsburgo. También deben acreditar su situación de indigencia, su profesión de la religión católica y la total ausencia de deudas en su contra. Fugger dejó escrito de su puño y letra que debían comprometerse además a rezar tres veces al día, aunque Astrid Gabler, responsable de comunicación, dice que la exigencia de plegaria del fundador es ahora un asunto voluntario. Sí se sigue exigiendo en el contrato que, en el momento en que su situación económica les permita pagar una vivienda en el mercado, el inquilino ceda su plaza en Fuggerei a otros necesitados. Y más allá de las diez de la noche, hora de cierre de la puerta de la muralla, no se permiten entradas ni salidas. La multa por llegar tarde oscila entre 50 céntimos y un euro.

La colonia recibe ingresos gracias al turismo, puesto que los 180.000 visitantes anuales pagan 4 euros por pasear por sus calles, conocer su iglesia y entrar en una vivienda conservada según el proyecto original, tal y como estaba antes de la instalación de agua, electricidad y baño, que se han ido añadiendo a través de los siglos. El resto de la financiación sigue hoy corriendo a cargo de Fugger, que creó un fondo en nombre del santo local, San Ulrich, dotado de 10.000 florines y que sigue generando intereses actualmente.

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