Los ultras intentan reventar el último mitin de Merkel

Los partidos alemanes endurecen su discurso en el cierre de campaña

La canciller alemana, Angela Merkel, durante su último acto de campaña en Múnich AFP

ROSALÍA SÁNCHEZ

Seguramente, la reacción llega demasiado tarde. La Unión Cristianodemócrata (CDU) de Merkel y el Partido Socialdemócrata (SPD) de Schulz han endurecido este viernes sus discursos, en el cierre de campaña, tratando de frenar al partido anti euro y anti extranjeros Alternativa para Alemania (AfD). En la última de las encuestas antes de la votación, un sondeo de Insa para Bild, AfD se encarama en el 13%, convertida en la tercera fuerza política alemana y en la primera de la oposición en caso de que se repita la gran coalición de gobierno. Según fuentes de la Casa Willy Brandt, el SPD cuenta con informes propios que dan a los ultras hasta un 15% y ha sido necesario que llegue a ese porcentaje para que su candidato saque las uñas y eleve el tono para subrayar que son los socialdemócratas quiénes darán la cara por los más desfavorecidos.

«Los carteles electorales de Merkel dicen que en este país vivimos bien y nos gusta. ¡Eso que se lo vaya a decir a un anciano tumbado encima de sus excrementos porque no hay suficientes cuidadores para la tercera edad», ha acusado Schulz a la canciller alemana de falta de sensibilidad social en su programa . «A mí no me da igual que la pensión de jubilación de mis padres sea más alta o más baja», ha llamado al voto de la tercera edad, «Merkel habla mucho en sus discursos de competitividad y del made in Germany, pero somos nosotros los que recordamos que son los trabajadores los que soportan lo uno y lo otro y que en ellos deben revertir también los beneficios».

Schulz ha elegido para su cierre de campaña un multitudinario mitin en la Gendarmenmaktplatz, posiblemente la plaza más bella de Berlín y situada en el corazón del barrio gubernamental de la capital alemana, un escenario que le ayuda a presentarse como figura de gobierno. Merkel, en cambio, cierra la campaña en Múnich, en la casa de sus socios bávaros de la Unión Socialcristiana (CSU), en mayor foco de críticas a su política de refugiados durante la última legislatura y donde más se teme un trasvase de votos hacia AfD. Y las huestes de AfD no quisieron perdérselo. Varias decenas de seguidores de ese partido, armados con ofensivas pancartas, silbatos y cazuelas, impidieron el inicio del acto tal y como estaba previsto, interrumpiendo el discurso del presidente de Baviera, Horst Seehofer. «Baviera es un país libre y democrático donde todos tenemos derecho a expresar nuestra opinión, pero se espera de nosotros que seamos capaces de aportar algún argumento un poco más elevado que los pitidos y las caceroladas», trató Seehofer de aplacar a los ruidosos indignados, extendiéndose cuanto pudo en la presentación con la esperanza de que se cansasen y la canciller pudiera hacer su discurso con normalidad. Fue en vano. Merkel, con la voz ya un poco quebrada al final de la campaña, a duras penas ha podido hacer oír su defensa de los dos millones de empleos creados, de las inversiones en infraestructura digital que quiere abordar y de los años sin endeudamiento que ya ha culminado y de los que está segura de poder seguir gobernando sin crear nueva deuda. «Y esa, queridos amigos, es la mejor política que podemos hacer para los contribuyentes, para las familias y para las nuevas generaciones de alemanes», se ha desgañitado la canciller.

Merkel ha recurrido a conservadores alemanes anteriores a ella, desde Joseph Strauss hasta Heltmut Kohl , generaciones que los políticos de AfD recuerdan con nostalgia, acusándola a ella de haberse ido demasiado al centro, para argumentar la defensa de los rescates y la solidaridad europea. «Ellos sabían que la mejor forma de garantizar una Alemania próspera y en paz es construir una Europa unida y solidaria», ha dicho, ligando su eslogan de campaña, «Klar für Stabilität» (Claramente a favor de la estabilidad) a las políticas de integración europea.

«Estamos completamente convencidos de que nadie debe decirles a las familias cómo deben vivir», respondía Merkel al programa intervencionista en la vida privada de AfD, cuyos líderes han expresado en público incluso objetivos de natalidad, «sino que deben ser las familias las que tomen esa decisión. La obligación del Estado es crear las condiciones para que las familias puedan llevar a cabo sus decisiones y por eso llevaremos a cabo políticas de inversión en familias y educación».

La canciller ha dibujado también el cúmulo de incertidumbres que surgen en el ámbito internacional, citando Corea y el terrorismo yihadista entre otros peligros, para justificar la necesidad de continuidad y serenidad, en medio de un acto electoral en el que ha sido víctima de un tipo de acoso político que no se veía en Alemania desde antes de la II Guerra Mundial.

En este contexto, Katrin Göring-Eckardt, candidata de Los Verdes , ha clamado ante varios cientos de votantes que alcanzar el tercer puesto es «clave». En un sentido muy parecido se ha manifestado la c andidata de La Izquierda, Sahra Wagenknecht , frente al emblemático Ayuntamiento Rojo de la capital alemana. «Sólo si La Izquierda es la tercera mayor fuerza en el Bundestag se podrán acabar con porquerías como esas», ha asegurado. El Partido Liberal (FDP), que ha celebrado su acto final en Coblenza, ha llamado a los jóvenes a acudir a las urnas como último recurso.

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