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El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump - AFP

Trump condiciona las relaciones con Cuba a un avance hacia la democracia

El presidente de EE.UU. propone a Raúl Castro «un mejor acuerdo», pero con «elecciones libres y la excarcelación de los presos políticos»

Corresponsal en Washington Actualizado: Guardar
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Donald Trump devolvió este viernes al congelador la relación entre Estados Unidos y Cuba. En un nuevo revés al legado de Barack Obama, que va desmontando paso a paso como prometió en campaña, su sucesor recuperó el lenguaje de denuncia de « la falta de libertades y la violación de los derechos humanos» en la isla, que la anterior Administración había guardado en el baúl de los recuerdos.

En el lugar más apropiado para escenificar un giro a la política sobre Cuba, Little Havana, el corazón de Miami, de donde procede Marco Rubio, el senador que ha sido clave en su diseño, Trump declaró «cancelado de inmediato el acuerdo» impulsado por Obama, y propuso a Raúl Castro «uno mucho mejor», que condicionó a un listado de tareas básicas resumidas con el nombre de democracia: «Legalización de los partidos, liberación de todos los presos políticos y celebración de elecciones libres, que sean supervisadas internacionalmente».

En su regreso como presidente a la Florida que le catapultó a la victoria electoral, Trump traía bajo el brazo un rosario de críticas a los protagonistas de una etapa de entendimiento que el actual presidente calificó de «unilateral, sólo de un lado», en alusión a Estados Unidos. A su antecesor en el cargo, Obama, le reprochó haber «enriquecido al régimen de Castro, a cambio de más represión». Censura de una política que, según explicó, «ha empobrecido a los cubanos».

En la aplicación de medidas concretas, la nueva política de Trump hacia Cuba busca debilitar económicamenteLuis Alberto Rodríguez, el yerno de Raúl Castro. Con cincuenta compañías bajo su mando, dependen de él hasta 29.000 habitaciones, bajo la marca Gaviota, todas ellas de hoteles de cuatro y cinco estrellas. Las únicas excepciones a la nueva prohibición serán las del sector de las aerolíneas y los cruceros marítimos, así como aquellos negocios que se encuentren ahora mismo en camino.

El cambio de lenguaje augura la vuelta a la política de guerra fría, «mientras el régimen cubano no muestre su apertura»

Si Trump recriminó a Obama su condescendencia, para Raúl Castro recuperó el lenguaje-denuncia propio de los republicanos, con un largo listado de acusaciones que se centraron en los «crímenes del castrismo» que, según advirtió el presidente, «expondremos en las instancias internacionales»: la participación directa en el deterioro de la situación en Venezuela, la colaboración con régimenes como el de Corea del Norte y la existencia de presos políticos, exiliados y disidentes, a quienes puso de «testigos de cómo el comunismo oprime y destruye a una nación». Trump no va a romper relaciones con Cuba ni a cerrar la Embajada, pero el cambio de lenguaje augura la vuelta a la política de guerra fría, «mientras el régimen cubano no muestre su apertura».

Durante la etapa de entendimiento entre Washington y La Habana que ayer terminó, Obama había promovido el fin del embargo comercial en las instancias internacionales, sacado a Cuba fuera de la lista de regímenes que financian el terrorismo y eliminado la política de wet foot, dry foot (pies mojados, pies secos), que permitía a cualquier cubano que ponía sus pies en Estados Unidos convertirse en un ciudadano norteamericano más.

Este viernes, Trump fue explícito con respecto a la prohibición comercial, decretada por Estados Unidos hace más de cincuenta años: «Reforzaremos el embargo». La mayoría republicana garantiza a Trump la continuidad legal, mientras que la restricción de las medidas comerciales decretadas por Obama supone un freno al fin del embargo de facto que había emprendido. A ello hay que añadir la limitación del llamado «turismo cubano», que el presidente vinculó con «el cumplimiento de la ley y el refuerzo de la seguridad» en Estados Unidos.

En treinta días

Además, entre los cambios más significativos, la Administración Trump volverá a hacer vigente la prohibición para los ciudadanos estadounidenses de viajar a la isla. En la práctica, la normativa aplicada por Obama permitía saltarse ese impedimento mediante la certificación de viajes como un intercambio cultural con grupos turísticos. En el caso de los no cubanonorteamericanos que pese a todo visiten la isla, está prevista también una restricción del máximo de dinero que podrán gastar, que la anterior Administración había flexibilizado mediante categorías que eran supervisadas por el Departamento del Tesoro. Las nuevas medidas económicas y comerciales no entrarán en vigor hasta treinta días después de la orden que dará este viernes Trump a este departamento y al de Comercio.

Sin embargo, en el caso de los cubanoamericanos, el presidente ha optado por mantener las medidas que aprobó Obama para facilitar las visitas entre familiares y de carácter humanitario. Con el objetivo último de favorecer al «pueblo cubano», y al régimen que «no respeta los derechos humanos».

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