Trump dispara contra todos en su discurso más largo hasta la fecha

El presidente de EE.UU, batió su récord de duración para una intervención pública: dos horas

Donald Trump, durante su discurso REUTERS

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Donald Trump ha insistido en las últimas que «EE.UU. nunca será socialista» y que a su país no le pasará «como a Venezuela», hundida en una crisis humanitaria y política por los abusos del régimen de Nicolás Maduro . Sus discursos, sin embargo, empiezan a imitar, al menos en su extensión, a los de los líderes bolivarianos y cubanos.

El presidente de EE.UU, batió su récord de duración para una intervención pública, con un discurso de algo más de dos horas ante la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC, en sus siglas en inglés), la reunión anual más importante del conservadurismo estadounidense. Trump se sintió a gusto con un público a favor que le trató como una estrella del rock. Llevaba un discurso preparado, pero dedicó la gran mayor parte del tiempo a improvisar. De hecho, llevaba más de una hora y diez minutos hablando antes de que empezara a leer su discurso.

El resultado fue un acto marca de la casa , con un mensaje deslavazado, incoherente, que saltaba de uno a otro tema, pero también de gran ímpetu y conexión con su público.

Nada más subir al escenario, Trump se abrazó a una bandera estadounidense mientras sonaba una canción patriótica. Se le veía con ganas. Repasó los temas habituales de su mensaje: la necesidad de controlar la emigración, el ímpetu de la economía bajo su mando y el descrédito de las investigaciones que le ponen cerco. En esto último salió el Trump más estrambótico, convertido casi en comediante: imitó al que fuera su fiscal general, Jeff Session -«es débil, ineficaz»-, al que forzó a dimitir por su incapacidad para contener la investigación de la trama rusa del investigador especial Robert Mueller; se autoparodió recordando la ocasión en la que pidió a Rusia en un mitin electoral que encontrara los email de Hillary Clinton (el público reaccionó con el popular grito de entonces para su contricannte, el de «¡métela en la cárcel!»); atacó con dureza a la prensa -«juega más sucio que nunca»- y, sobre todo, al propio Mueller, del que dijo que no había sido elegido por las urnas y que tiene «conflictos de interés en el caso»; y criticó que «como no encuentran nada del complot con Rusia, ahora van a mirar a todas las operaciones empresariales que he hecho, a ver si encuentran algo. ¡Esta gente está loca! ». Era una referencia a la multitud de investigaciones que se van a desarrollar en la Cámara de Representantes, de mayoría demócrata, sobre actuaciones de Trump antes y durante su presidencia.

Fue un discurso donde los temas se pisaban unos con otras , entre referencias personales, chistes y confidencias con el público. Trump explicó cómo limpiar los bosques de California para que no haya incendios, confesó que en asuntos como las decisiones estratégicas en Oriente Medio «aprendo muchas veces más de los soldados que de los generales», insistió en que en su investidura había más gente que en ninguna otra -las evidencias apuntan a lo contrario- y lamentó que la prensa siempre niega la cantidad de gente que va a sus actos.

Entre digresiones y vueltas a su discurso, Trump mostró dos cartas que serán esenciales en su reelección : el llamado ‘Green New Deal’ y el socialismo. El primero es un plan presentado por la facción más izquierdista del partido demócrata -y que varios de los candidatos presidenciales a 2020 apoyan- para una reconversión económica sostenible, inspirada en el ‘New Deal’ de Franklin Delano Roosevelt, un programa de inversiones públicas para reactivar la economía estadounidense tras la Gran Depresión de 1929. La idea del ‘New Green Deal’ es conseguir una expansión económica que también sea respetuosa con el medio ambiente y con la lucha contra el cambio climático.

Trump se burló de la propuesta, que distorsionó con ganas. «No habrá aviones, ni energía. Si el viento deja de soplar, se te acaba la electricidad», dijo. «Los demócratas quieren que tengas un coche en lugar de dos. Y tiene que ser eléctrico. Adiós a los coches », aseguró antes de añadir que «supondrá la renovación o la destrucción de casi cada edificio de EE.UU.»

Nada más decir esto, se colocó una medio sonrisa y dijo arrepentirse del discurso. «Respeto mucho al ‘New Green Deal’», dijo con gravedad impostada. «Debería ser parte del diálogo en la próxima elección y tiene un potencial tremendo para el futuro de nuestro país», añadió con ironía, dando a entender que la propuesta solo beneficia sus intereses electorales.

Trump redobló los ataques contra el socialismo -«significa solo poder para los que mandan»-,en un momento en que parte del partido demócrata no tiene problema contra la etiqueta. Parece que será una referencia constante en la campaña electoral, ante el giro hacia la izquierda de los demócratas.

La única novedad de su discurso fue el anuncio de una orden presidencial para preservar la libertad de expresión en los campus universitarios. Era un guiño a sus bases más jóvenes: ha habido incidentes en los últimos años en centros universitarios que no permitieron actos o conferencias de grupos conservadores. Si no lo hacen “les quitaremos la financiación pública. Si quieren nuestros dólares, tendrán que dejar que la gente hable”, proclamó ante la ovación de sus seguidores.

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