Trump se adjudica el mérito de la reunión chino-norcoreana

El presidente estadounidense asegura que «Kim está deseando reunirse conmigo», en referencia al encuentro previsto para mayo

El presidente Donald Trump ha entendido la visita de Kim Jong-un a China como un triunfo personal REUTERS
Javier Ansorena

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En la Casa Blanca, la visita «secreta» de Kim Jong-un a Pekín fue recibida como un triunfo personal de Donald Trump , que se colgó la medalla de atar en corto al dictador norcoreano, aunque aún no se haya materializado ningún compromiso sobre detener su programa nuclear. «Durante muchos años y después de muchas administraciones, todo el mundo decía que la paz y la desnuclearización de la Península de Corea no eran ni siquiera una posibilidad», reaccionó a través de su cuenta de Twitter el presidente de EE.UU.

Trump -siempre listo para alardear de que consigue lo que a otros se le resiste- está hambriento por anotar logros históricos a su presidencia . El acercamiento a Pyongyang en las últimas semanas es una decisión arriesgada y cuyo resultado es impredecible, pero es sin duda un cambio radical respecto a cómo han abordado el asunto los anteriores presidentes. «Ahora hay una buena posibilidad de que Kim Jong-un haga lo que es correcto para su pueblo y para la humanidad», añadió en su mensaje.

Encuentro en mayo

Poco después, Trump informó desde la red social que su homólogo chino le había comunicado que la reunión con el líder norcoreano «fue muy bien» y que «Kim está deseando reunirse conmigo», en referencia al encuentro previsto entre el presidente de EE.UU. y el mandatario norcoreano a finales de mayo.

Si la visita de Kim a Jinping ha sido sorprendente, más lo fue cuando Trump anunció este mes que tendría una reunión con el dictador comunista. Los detalles de la reunión todavía no han trascendido y Pyongyang ha mantenido silencio sobre su celebración. El encuentro tendrá lugar después de meses de alta tensión militar y retórica, en el que los máximos líderes de ambos países han intercambiado insultos y amenazas. Pyongyang aceleró su programa de ensayos balísticos y nucleares y Trump respondió con el reforzamiento de la presencia militar de EE.UU. en la Península de Corea y con la promesa de «fuego y furia» si Kim no ponía fin a sus ambiciones nucleares.

A pesar de su optimismo sobre las conversaciones, Trump quiso mostrar que no cederá mientras no haya compromisos por parte de Pyongyang: «Mientras tanto, y por desgracia, hay que mantener a todo precio las máximas sanciones y la presión», aseguró desde su cuenta en la red social.

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