Treinta años del «caracazo»

En plena efervescencia política, Venezuela conmemorará este mes los 30 años del infame «caracazo», la revuelta social aplastada a sangre y fuego por el Gobierno de Carlos Andrés Pérez, CAP, en febrero de 1989. Aquellas lluvias trajeron estos lodos, dice el refranero. Como «animal político», CAP no ha tenido quizá rivales en la historia de Venezuela. Su carisma y astucia le llevaron no solo a repetir mandato y a superar dos golpes de Estado –el primero encabezado en 1992 por el teniente coronel Hugo Chávez, que acabó con sus huesos en la cárcel–, sino también a ser el precursor de la izquierda democrática en toda América Latina. Y quizá también en España. La influencia y ayuda económica de CAP fue clave, según muchos historiadores, en la campaña electoral que llevó a Felipe González y al PSOE al poder en 1982.

Pero en el «debe» de Carlos Andrés Pérez se cuentan las semillas del mal económico y ético que ha gangrenado el régimen chavista. CAP nacionalizó en su primer mandato (1974-1979) la industria petrolera venezolana –fueron los años de la «Venezuela saudí»–, y derrochó a manos llenas los petrodólares hasta niveles insoportables de corrupción y deuda externa.

En febrero de hace treinta años, con Carlos Andrés Pérez de nuevo en el Palacio de Miraflores, el régimen despertó a la realidad y aceptó la durísima disciplina del FMI. El súbito incremento de precios, en particular los de la gasolina y el transporte público, produjo disturbios en todo el país y, a partir del 27 de febrero de 1989, los primeros muertos en Caracas en los choques con las fuerzas de seguridad. El saldo final osciló entre los 300 y los 3.000 muertos.

¿Correrá ahora la misma suerte Venezuela, o se producirá antes una intervención militar continental o un golpe interno? Es imposible adivinarlo. La pesadilla y cercanía del «caracazo» explica que el chavismo haya moderado la represión en las calles, Pero en materia de corrupción rampante interna y de emergencia económica, el régimen de Maduro no solo no ha aprendido la lección sino que ha demostrado ser un alumno aventajado.