Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea, durante la rueda de prensa celebrada ayer
Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea, durante la rueda de prensa celebrada ayer - Efe

La UE teme retrasos e inestabilidad en la negociación del Brexit

Bruselas esperaba más claridad de las urnas y ahora urge a May a empezar cuanto antes

Corresponsal en Bruselas Actualizado: Guardar
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Las elecciones anticipadas en el Reino Unido pretendían ser un elemento destinado a disipar la niebla en las negociaciones sobre la salida de la Unión Europea, pero lo que ha sucedido es que han provocado que esa niebla sea aún más espesa. «Otro gol en propia meta. Después de Cameron ahora es May, que hará que las negociaciones que ya eran complejas, sean aún mas complicadas», publicó en las redes sociales el representante del Parlamento Europeo en el Brexit, Guy Verhofstadt. Es evidente que no es el resultado que esperaba la UE. Pero desde el punto de vista del calendario nada ha cambiado en Bruselas, porque el objetivo sigue siendo el mismo: llegar a las elecciones europeas de junio de 2019 con todo el proceso terminado, puesto que desde el punto de vista de la legalidad institucional no se puede pasar de esa fecha.

Que la debilidad política acabe en unas elecciones anticipadas añade más presión a la negociación

El presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, le envió ayer la carta preceptiva de felicitación a la primera ministra británica, diciéndole al mismo tiempo que esperaba que las negociaciones podrán empezar como está previsto el próximo día 19 porque «el tiempo apremia». El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, desde Praga expresó el deseo de «que no tengamos que hacer frente a un nuevo retraso» en las negociaciones y que «el resultado de estas elecciones no tenga un impacto significativo en este proceso que estamos esperando desesperadamente empiece ya». Y sobre la posibilidad de que se prolonguen más allá de los dos años, que marca el artículo 50 de Tratado, consideró que se trata de una perspectiva por ahora impensable: «Antes de pensar en prorrogar las negociaciones, haría falta que comiencen» de una vez.

Para las instituciones europeas, el plazo de dos años no es solo lo que marcan las reglas, sino que se refiere a la circunstancia específica de que el Parlamento Europeo establece una fecha guillotina y dictamina que todo esté ya resuelto cuando se celebren las nuevas elecciones europeas.

Jurídicamente, mientras el Reino Unido no haya salido de la UE se considera un estado miembro a todos los efectos, pero sería impensable que se convocasen las elecciones al Parlamento Europeo sin saber si los británicos deben participar o no, u organizarlas para que los diputados británicos se fueran a media legislatura. Por esa razón, el negociador europeo, Michel Barnier, ha dicho varias veces que necesita acelerar el proceso para que haya tiempo de ratificar el futuro acuerdo. Y el último pleno de la Eurocámara en el que eso sería posible es en abril de 2019.

Aumenta el peligro

«Lo que necesitamos es un Gobierno británico capaz de tomar decisiones, porque con un socio debilitado corremos el riesgo de que las negociaciones se compliquen. Lo único seguro es que ahora aumentará ese peligro» ha dicho el comisario alemán, Günther Oettinger, considerado muy próximo a la canciller Angela Merkel.

Es evidente que los europeos pueden sentir al mismo tiempo la satisfacción por el hecho de que el resultado electoral deja muy debilitada a Theresa May, lo cual puede ser bueno para sus objetivos en la negociación, pero al mismo tiempo se añade una turbulencia innecesaria a un proceso de por sí muy complicado. Los equipos de Barnier trabajan desde hace semanas en la preparación de un proceso que se suponía ya encarrilado en muchos aspectos y que las elecciones deberían haberse limitado a reforzar. Ahora, los analistas británicos entienden que no es posible el Brexit duro que se había prometido a sí misma May, pero eso no resuelve la pregunta esencial de qué tipo de relaciones futuras quiere ahora el Reino Unido.

Lo único que se sabe es precisamente que hasta ahora los británicos han estado pidiendo incesantemente que las negociaciones aborden al mismo tiempo el divorcio y los aspectos de la nueva relación, mientras que para la UE se trata de dos fases sucesivas, primero la separación y solo después de acordada esta se puede emprender el diseño del estatus futuro.

Y aún hay una perspectiva más inquietante que los negociadores europeos tenían ya sobre la mesa: el hecho de que Theresa May quede tan debilitada que no aguante mucho tiempo en el cargo. Es decir, que la inestabilidad política pase por un nuevo cambio de liderazgo en el Gobierno británico o, aún peor, que todo acabe en unas nuevas elecciones anticipadas, lo que supondría una circunstancia absolutamente desquiciante para todos.

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