Submarino Ara San Juan

«En un submarino compartes todo, incluso cama para descansar»

El capitán de navío retirado de la Armada española Juan Pablo Estrada, 17 años en submarinos, comenta con ABC la dureza y riesgos de la vida en las profundidades tras la desaparición del sumergible argentino ARA San Juan

F.J. Calero

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Navegar en un submarino supone un viaje a las profundidades, estrecho, atemporal y sin ventanas. El agua dulce es escasa y si se necesita más es preciso obtenerla del osmotizador, que recibe a su vez agua del mar. Las duchas son breves y esporádicas, normalmente una cada tres días. Las condiciones que soporta la dotación hacen del submarino que no sirva para los pusilánimes. Los espacios reducidos son la norma, y además, desde el comandante al último en la escala militar deben tener los conocimientos técnicos adecuados para navegar, reaccionar ante una emergencia, así como la determinación de pasar mucho tiempo en inmersión todos juntos.

«Hay una ducha, y ahora otra para mujeres, y sólo un váter» para los aproximadamente cincuenta y cinco o sesenta hombres y mujeres. O cuarenta y cuatro que llevan el tipo TR-1700 de la marina argentina, como el ARA San Juan , cuenta a ABC el capitán de navío retirado de la Armada española Juan Pablo Estrada . La desaparición del sumergible argentino, posiblemente por una explosión provocada por avería en las baterías, ha recordado la dureza y riesgos de la vida en las profundidades.

¿Cómo es la adaptación a la vida en espacios pequeños?

Yo he estado 17 años en submarinos, entre los empleos de oficial y Comandante, y he visto siempre a todos mis compañeros totalmente adaptados. Éramos entre 54 y 60 miembros en el submarino y nunca hemos tenido ningún problema de adaptación. Dentro formamos una auténtica familia, compartiendo nuestras preocupaciones y nuestra propia vida. Recuerdo que éramos una piña desde el capitán de corbeta, comandante del barco, hasta el cocinero que nos tiene que dar de desayunar, comer y cenar todos los días, en unas condiciones de espacio limitadísimas. Todo el mundo es importantísimo, y conoce perfectamente las medidas de seguridad. La vida es difícil por lo estrecho que es: compartes todo, en algunos casos hasta cama para descansar. Mientras no estás trabajando estás descansando, si no puede ser que estorbes a los que están trabajando. Para cualquier cosa, lo vas a hacer con una persona a la derecha y otra a la izquierda, una delante y otra detrás. Si lo comparas con un buque de superficie, es más difícil, claro, pero la camaradería y el compañerismo que tenemos es magnífico. Entre otras cosas, y como he mencionado antes, somos una familia de 54 o 60 personas unidas por una extraordinaria vocación. Todo es armonía, aunque también tengamos nuestros días malos.

¿Por qué alguien decide pasar días y días en un submarino durante más de quince años?

Hay cierto atractivo en las Fuerzas que son diferentes y especiales. Llama mucho la atención porque la gente que sirve en submarinos es altamente especializada y además están muy bien considerados y muy orgullosos de pertenecer a ese arma. Es todo un mundo a explorar. El que no siente esa vocación no sirve para ello.

¿Cuántos días seguidos se encuentran en el interior de un submarino durante una misión?

La duración de las estancias va dependiendo del tipo de misión. Suelen ser diez días de tránsito, diez de vuelta, más veinte de patrulla. Solemos entrar en muchos puertos de la costa española, como Málaga, Cádiz, Ferrol, Gijón,Ceuta, Melilla, Palma de Mallorca o Barcelona o en puertos extranjeros si hacemos por ejemplo alguna misión dentro del marco de la OTAN.

Depende principalmente de los víveres que tengas a bordo. Normalmente puedes tener hasta 45 días. Si haces una estancia en puerto, te aprovisionas otra vez. El límite prácticamente son los alimentos, y ese límite lo marca el poco espacio disponible para almacenarlos,en la despensa, frigoríficas y cámara de torpedos.

¿Cómo está viendo toda la investigación sobre el submarino argentino?

Tenemos poca información de lo que ha pasado, y lo que tenemos está la mayor parte en las redes sociales y no me atrevo a decir con exactitud qué tipo de avería tuvieron. No tengo conocimiento alguno más allá de lo que ha salido en la prensa sobre una explosión en un compartimiento de baterías en proa. Este submarino lleva 960 elementos de baterías en dos cajones y por razones que desconozco parece ser que explotó uno de ellos o se produjo un incendio.

El problema que reportó el ARA San Juan, al comunicar una avería eléctrica, se generó por una entrada de agua al utilizar el «snorkel», el sistema por el cual el submarino va a cota periscópica para recargar las baterías y de paso renovar el aire.

¿Qué riesgo conlleva una batería?

Cuando las baterías se calientan mucho, desprenden hidrógeno altamente inflamable. También, si les echas agua del mar desprenden cloro y este es altamente nocivo y tóxico, que obliga a ventilar el barco lo antes posible. Por otra parte, el procedimiento que hay que seguir ante cualquier incendio es controlarlo, apagarlo y ventilar el barco. Si es pequeño, lo apagas y ventilas dando snorkel. Si el incendio es importante, una vez apagado normalmente te obliga a salir a superficie para abrir la escotilla y ventilar mejor. Viendo la mar que había en la zona del accidente del ARA San Juan, con olas de 5 y 6 metros, no puedes abrir la escotilla porque la mar te pasa por encima y te inunda el barco.

¿Qué más riesgos existen?

Cuando tú sales a la mar no hay que tenerle miedo, pero hay que respetarla y mucho. Por otra parte, y hablando desde la experiencia en la Armada española, cuando un barco nuestro sale a la mar está perfectamente mantenido. El riesgo siempre existe. Algunas válvulas fallan a veces, como los sistemas electrónicos, aunque llevemos mucho duplicados. Pero siempre puede ocurrir alguna emergencia y tenemos que saber cómo responder. Para eso tenemos los simuladores y la Escuela de Submarinos, con los que enseñar cómo actuar en cualquier situación: desde incendios, vías de agua hasta que una batería produzca hidrógeno. Se simula todo. Y desde luego están perfectamente adiestrados para que en cualquier situación de emergencia actúen casi sin pensar, por lo que saben perfectamente lo que hay que hacer.

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