Jeff Sessions
Jeff Sessions

La conexión rusa pone ahora en jaque al fiscal general de EE.UU.

El fiscal general de Estados Unidos se inhibe de «cualquier investigación existente o futura» sobre el tema

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Una nueva ocultación sobre los contactos con Rusia pone contra las cuerdas a la todavía joven administración de Donald Trump. Poco más de dos semanas después de la dimisión de su asesor de seguridad nacional, Michael Flynn, por haber escamoteado al vicepresidente, Mike Pence, el contenido de una conversación con el embajador ruso, otra verdad a medias ha llevado a los demócratas a reclamar ahora la cabeza de un segundo peso pesado, incluso esta vez de mayor relevancia: el fiscal general de los Estados Unidos, Jeff Sessions.

La dimisión no se ha producido, pero ante las presiones de la oposición y de algunos republicanos, y a pesar de la «total confianza» del presidente Donald Trump hacia su fiscal geneal, Sessions anunció ayer en rueda de prensa su recusación «en cualquier investigación existente o futura» del Departamento de Justicia estadounidense sobre la posible injerencia rusa en los comicios presidenciales de noviembre.

Dos encuentros

Aunque Sessions había negado en varias ocasiones haber tenido contacto con diplomáticos rusos, el diario «The Washington Post» reveló este miércoles que sí se reunió con el embajador ruso, Sergey Kislyak, durante la campaña para las elecciones presidenciales. Y no solo una, sino dos veces. Cuando se produjeron era ya asesor del candidato Trump en materia de política exterior, además de un veterano miembro del prominente comité para las Fuerzas Armadas del Senado.

La primera tuvo lugar el pasado mes de julio, mientras se celebraba la convención republicana de Cleveland en la que Trump fue proclamado oficialmente candidato. Se trató de una conversación informal en la que participaron otros embajadores, después de que el ahora fiscal general pronunciara un discurso en un acto de la Heritage Foundation, en el que participaron medio centenar de representantes de legaciones diplomáticas acreditadas en Washington.

El otro encuentro no tuvo tantos testigos. Fue el 8 de septiembre, en una reunión privada en el despacho del propio Sessions. Por esas fechas se desarrollaba lo que desde la Inteligencia de EE.UU. se ha considerado toda una cibercampaña rusa para influir en la carrera presidencial.

El Departamento de Justicia, cuyo jefe es Sessions, ha reconocido la existencia de estos dos contactos con el embajador de Rusia, aunque trata de rebajar su importancia. El mismo fiscal jefe, en una declaración emitida en la noche del miércoles, ya no negó los encuentros, aunque precisó que nunca se reunió con cargos rusos «para discutir asuntos de la campaña». Y añadió: «No tengo idea de en qué consiste esta acusación. Es falsa».

Desde el Departamento de Justicia se dice, respecto al primero de los contactos, que el representante ruso estaba entre el pequeño grupo de diplomáticos que se acercaron a Sessions tras el acto de la Heritage Foundation, agradeciéndole sus palabras e invitándole a varios eventos, sin que el hoy fiscal general se comprometiera a acudir a ninguno. En cuanto al segundo, la conversación giró en torno a las relaciones entre EE.UU. y Rusia y cuestiones que los dos países afrontaban, apunta un miembro del departamento que cita «The New York Times». No obstante, deja abierta la posibilidad de que hubiera habido comentarios «superficiales» sobre las noticias relacionadas con las elecciones.

Una portavoz oficial, Sarah Isgur Flores, rechazó que Jeff Sessions haya mentido, ya que se le preguntó por contactos entre Rusia y la campaña de Trump, mientras que los suyos fueron como senador y miembro del Comité de las Fuerzas Armadas.

Precisamente, además, a Jeff Sessions le correspondía, como fiscal general, supervisar las investigaciones sobre las conexiones entre Rusia y la campaña del hoy presidente.

El líder demócrata en el Senado, Chuck Schumer, aseguró que Sessions debería renunciar al cargo «por el bien del país», mientras que su homólogo en la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, dijo que el actual fiscal general «no es adecuado para ejercer como máximo responsable de la aplicación de la ley» del país y «debe dimitir».

El valor de la pieza que la oposición pretende cobrarse ahora se multiplica tanto por la importancia del cargo de Sessions como por su proximidad al presidente. En EE.UU., el fiscal general no solo asume la representación legal de los intereses públicos ante los tribunales, sino que también ejerce lo que en España vendrían a ser las funciones del ministro de Justicia.

Por otra parte, Jeff Sessions es una de las referencias de Donald Trump en algunas de las propuestas más controvertidas e icónicas de su campaña y de las semanas que lleva en la Casa Blanca. De hecho, como senador por Alabama trató de impulsar ya hace once años la construcción de una valla a lo largo de los más de 3.000 kilómetros de frontera entre Estados Unidos y su vecino del sur. También es un firme partidario de las deportaciones de inmigrantes ilegales. En 1986, cuando se le propuso como como juez federal, el comité del Senado tumbó la candidatura por sus comentarios racistas.

Sin llegar a pedir su dimisión, como los demócratas, algunos republicanos sí se han mostraron ayer partidarios de que Sessions se echara a un lado en las investigaciones sobre las conexiones entre la campaña de Trump y Rusia, a la vista de los dos encuentros ahora conocidos. Uno de ellos es el senador por Ohio Rob Portman, que considera que su abstención en las indagaciones del Departamento de Justicia sería «lo mejor para él y para el país». En la misma línea, su colega de Maine Susan Collins consideró que el fiscal general se debería apartarse para «asegurar la confianza pública en la investigación del Departamento de Justicia», y le insta además a «clarificar sus declaraciones al Comité Judicial con respecto a las comunicaciones con el embajador ruso».

Trump le defiende

En cambio, quien fuera uno de los principales adversarios internos de Trump durante la carrera por la nominación republicana, Paul Ryan, salió ayer a respaldar al fiscal general en las funciones que le corresponden. El «speaker» (presidente) de la Cámara de Representantes no ve necesaria la abstención de Sessions mientras no sea sujeto de la investigación. «Si no, no veo ningún propósito o razón para hacerlo», señaló el influyente dirigente del partido mayoritario. Trump, por su parte, se limitó a subrayar que su confianza plena en Sessions. «No veo razón para que se recuse» en la investigación, respondió a una pregunta de la prensa. El fiscal general zanjó el debate con el anuncio de su recusación.

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