El pueblo chileno de Santa Olga, destrozado por la ola de incendios que se extiende por el centro y sur del país
El pueblo chileno de Santa Olga, destrozado por la ola de incendios que se extiende por el centro y sur del país - REUTERS

Santa Olga, el pueblo que han devorado las llamas en la ola de incendios que asola Chile

Son al menos ocho las víctimas de la catástrofe que se ha extendido por el centro y sur del país

SANTA OLGA Actualizado: Guardar
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Hasta la madrugada de este miércoles, Santa Olga era una humilde localidad chilena del municipio de Constitución, en la región del Maule, que vivía de la explotación forestal, pero bastaron unas pocas horas para que las llamas redujeran a cenizas sus 1.200 viviendas. Los vecinos lograron escapar a tiempo—en la víspera tuvieron que ser evacuados—, pero perdieron casas, muebles y enseres. El esfuerzo de toda una vida de trabajo se esfumó en uno de los voraces incendios que desde hace dos semanas arrasa centenares de miles de hectáreas y ha acabado con la vida de diez personas.

Además, entre los escombros humeantes de las casas construidas con madera y materiales ligeros fue hallado el cuerpo calcinado de un hombre que se encontraba tendido en una cama y que todavía no ha sido identificado.

A este se suman los dos carabineros y el bombero fallecidos el día anterior, también Maule, donde se desarrolló uno de los más fuertes de los cerca de un centenar de incendios registrados en el país, los tres brigadistas que murieron la semana pasada en Vichuquén, y un joven que murió en un accidente de motocicleta cuando intentaba huir de las llamas. De momento, son ocho las víctimas de los incendios registrados en el centro y sur del país.

Mérito de los soscorristas

Desde hace una semana, bomberos, voluntarios y brigadistas de la Corporación Nacional Forestal luchaban para frenar el avance del fuego, pero todo fue en balde. «Estábamos aquí, en la casa. Mi papá trataba de cortar unos árboles, porque sabíamos que el fuego venía desde allá», dice Abigail señalando el lugar donde estaba emplazado Santa Olga. Abigail vivía en Corrientes, una pequeña población situada a diez kilómetros de Santa Olga y que también resultó destruida. «Creíamos que nos habíamos librado, cuando, de repente, el fuego llegó de allá y nos dijeron que teníamos que evacuar. Tratamos de escapar, pero los caminos estaban cortados, no podíamos ir para ningún lado», relata.

Abigail y su familia se salvaron gracias a un camión aljibe que los sacó del lugar. «Tuvimos que mojarnos, tratamos de hacer todo para poder salir vivos. Si no hubiese sido por la ayuda, habríamos muerto calcinados». Desde lo alto de la montaña, ella y su familia vieron consternados cómo se quemaba su hogar. «Nuestra casa, nuestros sueños, todo lo que construimos a lo largo de nuestra vida quedó destruido». A pesar de la tragedia, Abigail confía en que saldrán adelante. «Estoy tranquila, tengo fe en que vamos a salir adelante. Yo le digo a mi mamá que las manos no nos las han quemado». La fortaleza de esta joven contrasta con la realidad. Además de sin hogar, la familia ha perdido el sustento, porque todos trabajaban en las empresas forestales que llegaron a la zona en los años sesenta.

Sin esperanza

José Pacheco, vecino de Santa Olga, no puede evitar el pesimismo. «El futuro se me pone pesado. Voy a tratar de construir la casita de nuevo, pero para eso se necesitan 'luquitas' (dinero). Sin plata uno no hace nada», se lamenta. Pacheco cuenta que los vecinos piensan organizarse para levantar de nuevo el pueblo. Pero además de ayudarse mutuamente, necesitan que el Gobierno les eche una mano, subraya. «Lo único que le estamos pidiendo a la autoridad es que entienda lo que nos pasó y nos apoye», cuenta este hombre, que atribuye los incendios a la larga sequía. «Es por la naturaleza que estamos pasando esto, hace mucho calor. Los bosques se prenden y el viento se lleva el fuego a las poblaciones», explica.

La región del Maule, donde está Santa Olga, fue una de las más afectadas por el terremoto de febrero de 2010, que causó más de medio millar de muertos y dejó dos millones de damnificados. «Yo veo más complicado el incendio que el terremoto, porque el terremoto dura un par de minutos, no más, no se quema nadie, la gente de la costa a veces se ahoga. Pero el incendio es más problemático, el incendio no lo para cualquiera, tiene que ser gente experta», argumenta Pacheco.

Reacción de la élite política

A pesar de que los incendios han acabado con Santa Olga y otras pequeñas poblaciones aledañas, como Putú y Peralillo, el alcalde de Constitución, Carlos Valenzuela, no se rinde. Por lo pronto, el municipio está dando cobijo a siete mil personas y empieza a organizarse para distribuir ayuda a los damnificados. «Salimos adelante tras el terremoto, salimos adelante después del tsunami y ahora volveremos salir adelante», aseguró a radio Cooperativa.

La presidenta, Michelle Bachelet, se vio obligada a suspender su participación en la V Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), que se ha desarrollado esta semana en República Dominicana, debido a la importancia de los incendios forestales. El Ministerio de Interior decretó duelo nacional para los días 26 y 27 de enero.

Según el último informe de la Corporación Nacional Forestal (CONAF), difundido desde la Oficina Nacional de Emergencia del Ministerio del Interior y Seguridad Pública (ONEMI), durante la jornada del miércoles estaban activos un total de 99 incendios, de los cuales 30 han sido controlados y cinco de ellos, extinguidos. En total han afectado, hasta el momento, una superficie de más de 230.000 hectáreas.

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