Renovaciones a la Ley de Inversión Extranjera cubana generan escepticismos

Especialistas dudan de hacia dónde irá el dinero de las ganancias que devengará el país

El presidente de Cuba Miguel Díaz-Canel y el expresidente Raúl Castro conversan durante el Foro de Sao Paulo Reuters

Jorge Enrique Rodríguez

Las modificaciones a la Ley de Inversión Extranjera, aprobadas por el Consejo de Ministros de Cuba, suponen una renovación en los procesos establecidos para la tramitación efectiva de los procesos de inversión, esencialmente la inversión extranjera .

El Decreto 347/2018, que entrará en vigor dentro de treinta días, responde al llamado de atención que el general Raúl Castro formulara durante la VIII Legislatura de la Asamblea Nacional del Poder Popular (ANPP), donde culparía a «la mentalidad obsoleta llena de prejuicios contra la inversión foránea» propiciando dilaciones excesivas en el proceso negociador.

Sin embargo, una especialista de la Casa Consultora DISAIC considera que el régimen de La Habana excluye de su retórica que «entre los obstáculos que impiden el crecimiento de la inversión extranjera en la Isla se encuentran proyectos fracasados como la Zona Especial de Desarrollo del Mariel (ZEDM)», que tendría un costo de construcción sobre los 957 millones de dólares.

«Sería positivo para el país que se alivien las tramitaciones para la inversión extranjera, pero no sería fortuito preguntar hacia dónde irá el dinero de las ganancias que devengará el país», cuestiona la especialista.

Contra reloj

La generación de empleos, fuerza de trabajo y mano de obra, así como el sistema de pago a trabajadores cubanos en empresas inversoras en Cuba, son parte de las preocupaciones de Yaser Fernández , quien trabajó como chef de cocina en el hotel Manzana Kempinski.

«Cuando firmábamos la nómina del salario, en esta decía CUC pero te pagaban en moneda nacional, que tiene 24 veces menos valor monetario. Cómo se entiende eso. Quiénes se quedan con la divisa dura».

En opinión de Adanelio Benavides , contratista privado en Habana Vieja, las brechas legales propiciaron el florecimiento de negocios privados con capital extranjero, al margen de los conglomerados militares del régimen, como la corporación GAESA S.A.

«Por consecuencia, ahora el gobierno está contra reloj, necesita atraer a inversores porque el sector privado les representa un punto de presión».

Especialistas como Vidal Romero concuerdan en que un fenómeno observado en Cuba desde hace tiempo han sido las «inversiones extranjeras o de otros gobiernos en suelo cubano con participación gubernamental de capitales de origen dudoso ».

A esta observación se añade que durante el último año, según reportes de The Havana Consulting Group (THCG), la fuga de capital local hacia el exterior rondaría entre 280 y 350 millones de dólares anuales, a consecuencia de las trabas que impone el régimen al sector privado.

«Trabas que han sido el sello distintivo del gobierno, no solo en relación al emergente sector privado, sino también contra los inversores extranjeros», afirma el ingeniero de sonido Reynaldo Falcón, quien no cree que la inclusión de la inversión extranjera, en las reformas constitucionales, garantice avance alguno.

El Artículo 28 del Anteproyecto de la Constitución establece que, «el Estado promueve y brinda garantías a la inversión extranjera, como elemento importante para el desarrollo económico del país».

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