Theresa May y Jean-Claude Juncker, hace unso días en Bruselas
Theresa May y Jean-Claude Juncker, hace unso días en Bruselas - REUTERS

May ratifica a Juncker que activará la salida de la UE en marzo

Dimite un diputado conservador que votó Brexit enojado porque el Gobierno no respeta al Parlamento

CORRESPONSAL EN LONDRES Actualizado: Guardar
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La política británica, ya de por sí siempre amena, se ha caldeado enormemente tras la sentencia del jueves del Alto Tribunal, que estableció que el Gobierno tendrá que someter a votación parlamentaria la activación del Artículo 50 del Tratado de Lisboa, que dará inicio a la salida de la UE. Theresa May, muy tocada por el fallo judicial, telefoneó ayer a Jean-Claude Juncker y a Angela Merkel para ratificar que mantendrá igualmente su calendario. Es decir, que sigue dispuesta a iniciar el proceso de salida de Europa antes de finales de marzo. También les comunicó que recurrirá ante el Tribunal Supremo, cuyo fallo se espera en enero.

May confía en ganar en su recurso ante la máxima instancia, porque su Gobierno considera que tiene su caso «muy bien sustentado».

Pero muchos especialistas piensan que será complicado que el Supremo pueda encontrar argumentos jurídicos para derribar el fallo del Alto Tribunal, muy bien argumentado.

Se ha ensalzado desde siempre, y con razón, el fair play británico y el respeto tradicional de los ingleses al imperio de la ley, una de sus grandezas. Pero también eso parece ir cambiando con los nuevos aires que corren por Gran Bretaña. La reacción del bando del Brexit ante la sentencia desfavorable ha consistido en críticas iracundas contra los tres jueces que la tomaron. «La justicia no puede meterse en política», protestaba Ian Duncan Smith, ilustre brexiter, que el año pasado salió del Gobierno de Cameron dando un portazo.

«Enemigos del pueblo»

Como siempre, la mayor virulencia afloró en las portadas de la prensa eurófoba. «Enemigos del pueblo», tituló el tabloide «Daily Mail» a toda plana, con foto de los tres magistrados del AltoTribunal. «Los jueces contra la gente», reza la primera del diario conservador de prestigio, el «Telegraph». «The Sun», el diario amarillo de Murdoch, el de más venta del país con 1,7 millones de ejemplares, rozó directamente los tintes xenófobos: «¿Quiénes os creéis que sois?», titulaba en portada, con foto de Gina Miller, la ejecutiva británica nacida en Guyana y casada con un millonario de la City, que fue una de las impulsoras de la denuncia contra el Gobierno. «Una élite de extranjeros enfurece a los votantes británicos», añaden en el subtítulo, soslayando que tanto Miller como su compañero de desafío, el peluquero Dier dos Santos, son ciudadanos británicos de pleno derecho.

Para caldear más la situación, ayer presentó su dimisión un diputado conservador, Stephen Phillips, que había votado Brexit en su día. Se marcha alegando «diferencias irreconciliables» con el Gobierno. Lo notable es que lo hace enojado porque May persiste en su intención de activar la salida de la UE sin pasar por el Parlamento, algo que el diputado estima «antidemocrático e inconstitucional».

Phillips, de 46 años, parlamentario desde 2010 por Lincolnshire y Sleaford, había acusado al Gobierno días atrás en un artículo de «giro a la derecha», debido a su cambio de política en relación a los niños refugiados y la ayuda humanitaria y por su elección de la senda del Brexit duro.

El Partido Conservador heredó de Cameron una mayoría en los Comunes corta para los estándares británicos: de 17 diputados. La dimisión de Phillips se une a la de Zac Goldsmith la semana pasada, un diputado ecologista que renunció indignado porque se haya optado por construir una tercera pista en Heathrow. Goldsmith es el millonario que perdió el pasado mayo como candidato tory a la alcaldía de Londres.

Elecciones anticipadas

Los dos escaños que quedan vacantes son en circunscripciones cómodas para los conservadores y lo normal es que los retengan. Pero aun así, el revés judicial del jueves y la dimisión de Philips, que podría animar a otras, han hecho que aumenten las voces del Partido Conservador que recomiendan a May convocar el próximo año elecciones anticipadas, aprovechando así la enorme debilidad del laborismo con Corbyn y su giro radical. Pero un portavoz del Número 10 hizo saber ayer que la primera ministra se mantiene en su idea de que los comicios se celebren en su fecha prevista, en 2020.

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