BICICLETAS SIN FRONTERAS

El progreso llega en bici a Senegal

Bicicletas sin Fronteras es un proyecto que pretende que los niños africanos puedan ir al colegio, donde tienen la única vía para esquivar la pobreza

-Madrid Actualizado: Guardar
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A 15 minutos andando, a cuatro paradas de Metro o a diez minutos en el coche de la familia. Esto es lo que le suele costar a un niño llegar al colegio en España y aún así muchos se resisten a levantarse de la cama para llegar a tiempo. En Senegal, por el contrario, no es tan fácil. El pupitre está a 7 u 8 kilómetros de casa y allí no hay ni Metro, ni coche ni nada; hay que ir andando y normalmente sin zapatillas deportivas.

Pese a las dificultades, allí sobran las ganas de ir a clase porque los niños saben que sólo así podrán progresar. Conscientes de ello, desde la Fundación Bicicletas sin Fronteras procuran ayudar a los niños de una región senegalesa, Palmarín, para que, por lo menos, tengan la oportunidad de llegar al colegio sin antes vivir una odisea.

Les dan bicicletas, un medio de transporte que en España tiene todo el mundo pero que en Senegal puede suponer la diferencia entre seguir igual y cambiar las cosas.

«Queremos facilitarles el acceso a la educación»

«Nosotros queremos facilitar el acceso a la educación», especifica Romà Boule, director de Bicicletas sin Fronteras, una iniciativa que lleva en marcha desde el año 2012, conocida por muchos como «esos que recogen bicis viejas, las arreglan y las envían a los niños pobres» y que a partir de ahora, según ha confirmado el propio Boule a ABC, va a dar un giro a su filosofía para poder continuar con su labor de cooperación.

No recogerán más bicicletas

«Ya no vamos a recoger bicicletas viejas en España», confirma el director, quien lamenta tener que tomar esta medida —ya que en el taller de reparación trabajaban personas con problemas de exclusión social— pero quien sin embargo argumenta que esta decisión era necesaria. «Cuesta el mismo dinero recoger las bicicletas, almacenarlas, repararlas y enviarlas que encargar desde allí bicis nuevas, que además no se van a romper en poco tiempo», explica Boule, quien confiesa que el 25 % de las donaciones las tenían que desechar por inservibles: «No nos llegaban bicis con menos de 20 años».

Boule admite que aún está «en la fase de duelo» porque la vertiente social del proyecto, que hasta ahora era doble —en España y en Senegal— queda algo mermada, pero tiene claro que había que anteponer el objetivo principal de esta iniciativa al secundario. «Da mucha pena, pero da más pena estar en África, dar una bici y que al segundo día no funcione», explica.

Unas 1.800 bicis entregadas

En total, Bicicletas sin Fronteras ya ha donado unas «1.800 bicicletas» en diferentes proyectos en el continente africano y la India, como repite varias veces Boule, «únicamente con financiación privada, sin ayudas públicas». Su último proyecto es el de Palmarín, donde ya han entregado otras 300, una cifra más que respetable que, sin embargo, para Boule se queda corta.

La razón es que al instituto de la zona van 800 jóvenes y el director de Bicicletas sin Fronteras quiere que «todos ellos tengan bici y además que aprendan a cuidarla y mantenerla». Para cumplir esta misión, desde la fundación decidieron entregar las bicis primero a los que más las necesitaban, es decir, los que más lejos vivían de las aulas. «Una vez que todos los que viven a 12 y 8 kilómetros ya tienen bici, sólo quedan los que viven a 3 y 4 kilómetros», indica Boule, quien señala que ahora el criterio que se va a seguir será el del mérito: «Antes el criterio era la distancia hasta el instituto y ahora se va a cambiar a las notas que saquen».

Extrema pobreza

«No sé si lo sabes pero lo que hacéis es la bomba. Andar cada día bajo el sol es muy duro». Este es sólo un ejemplo de los muchos agradecimientos que Boule, en representación de Bicicletas sin Fronteras, recibe cada vez que acude a Senegal para supervisar que las entregas se realizan correctamente y llegan todas las bicicletas.

Para comparar, Boule comenta que allí, el simple gesto de hinchar una rueda cuesta unos 10 céntimos de aquí —una cantidad irrisoria para un occidental— que sin embargo en Senegal es un mundo o la diferencia entre comer y no comer.

Evidentemente en este apartado no hay dudas: primero se come y luego ya, si eso, el resto de cosas. «No tienen dinero para hinchar la rueda, son 10 céntimos pero no tienen, siguen utilizando la bici con la rueda pinchada», confirma Boule, quien le quita mérito a esta iniciativa de cooperación, que comenzó cuando detectaron que había niños que «tenían que andar más de 7 kilómetros para ir al colegio».

Varios niños con sus nuevas bicis rodean a Boule (en el centro)
Varios niños con sus nuevas bicis rodean a Boule (en el centro) - BICICLETAS SIN FRONTERAS

Roma y su equipo únicamente intentan «aportar su granito de arena», como especifica, conscientes de que una gota de agua es difícil que cambie la realidad en un océano de pobreza, como es el caso de África. «No salvamos vidas, el impacto emocional para nosotros es muy alto pero ya está, sabemos que nuestro impacto es el que es, hacemos lo que podemos, que es poquito», añade.

«No salvamos vidas, sólo hacemos lo que podemos»

Como él mismo dice, es posible que únicamente tres niños de los 800 aprovechen esta oportunidad. «Lo agradecerán en 10 años e igual se montan luego una fundación», vaticina entre risas Boule, a quien le gusta tener los pies en la tierra.

«Ellos podían vivir también sin bicis», manifiesta el director, quien confiesa que para él es suficiente con sentarse a las 8 de la mañana frente al instituto y ver «que todos llegan puntuales y contentos a clase».

Aún es pronto para conocer el impacto real de esta iniciativa, habrá que darle unos cuantos años más —aunque por el momento las autoridades escolares ya hayan percibido una mayor asistencia a las aulas—. Lo que está claro es que muchos niños pueden llegar más fácilmente a clase donde.

«El acceso al estudio les garantiza, a priori, un trabajo, como ocurría en España hace 10, 15 o 20 años», remarca Boule, algo que, si en España ya es muy importante hoy en día, lo es mucho más en Senegal, donde desde hace un tiempo los niños de la región de Palmarín ya no andan, sino que intentan llegar pedaleando a un futuro mejor.

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