«El precio de ejercer el periodismo en Venezuela es jugarte la vida o ir a prisión»

Freddy Villa, responsable de comunicación de Política Exterior en el Parlamento, ha visto su casa allanada, ha sido detenido y encañonado por informar

El periodista Freddy Villa, durante la entrevista con ABC S. GAVIÑA
Susana Gaviña

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«He tenido que pagar el precio de ser un periodista independiente en Venezuela», asegura Freddy Villa , quien a pesar de su juventud –tiene 28 años–, ya sabe lo que se siente cuando las fuerzas de seguridad venezolanas allanaron su casa, para horas después ser detienen. También ha sido encañonado con una pistola, por el mero hecho de ser periodista en un país donde, afirma, «ejercer el periodismo es una profesión de patriotas». Villa, resopnsable de comunicación de la Comisión de Política Exterior en la Asamblea Nacional legítima –votada en diciembre de 2015– confiesa que se juega la vida todos los días cuando va a trabajar al Parlamento venezolano, edificio que habitualmente está rodeado por colectivos –grupos paramilitares– que atacan a todo aquel que forma parte o simpatiza con la oposición.

Formado en medios privados, Freddy Villa comenzó a trabajar con apenas 18 años. Colaboró en el Canal Capriles , grupo de comunicación al que pertenecen medios como Últimas noticias, El mundo y Economía y Negocios . Estos dos últimos periódicos «fueron vendidos al gobierno, que estrangula a los medios quitándoles el papel lo que les obliga a vender». Después fue a Globovisión , que tras unos meses «también fue comprado por el gobierno».

Trabajando en este medio, le detuvieron en mayo de 2014 por haber colgado un tuit sobre la libertad de expresión – «relacionado con la detención de Leopoldo López» – en la cuenta de Globovisión, y este medio le denunció. Unas horas antes de la detención la policía había allanado su casa familiar. «Me acusaron de delitos informáticos. Fue un claro caso de censura», explica Villa a ABC durante una entrevista que tiene lugar en Madrid. Recuerda que estuvo 24 horas detenido . Sucedió solo cuatro días antes de su graduación como periodista.

Tras aquella experiencia decidió que no quería trabajar en medios censurados. El panorama resultaba complicado, porque muchos han tenido que «migrar» a internet ante la falta de papel, otros han sido comprados por el gobierno o por personas próximas a él, «que funcionan como testaferros»; y otros muchos han tenido que cerrar. Solo el año pasado, según el Foro Penal de Venezuela , lo hiceron más de medio centenar. Hace un par de semanas dejaba de salir en papel, «por falta de materia prima», un periódico histórico, «El impulso», con 114 años de historia que se publica ahora en versión digital.

La tarea de ejercer el periodismo independiente no es fácil en Venezuela, pues «no hay fuentes oficiales, todas son extra oficiales, no hay cifras más que las que ofrece el Parlamento venezolano», indica Villa. A esto se suma la inseguridad de trabajar a cara descubierta. «Tenemos que hacerlo a escondidas, sin mostrar nuestras credenciales por miedo a que nos ataquen». La recompensa a todo esto es un sueldo que, según Villa, no supera los diez euros al mes «por eso muchos periodistas tienen otros trabajos».

«Ejercemos el periodismo a escondidas, sin mostrar nuestras credenciales por miedo a que nos ataquen», afirma Villa

gTras su mediática detención, Villa se convirtió en una nueva víctima de la represión chavista y se granjeó el apoyo de la oposición. Comenzó a colaborar en el partido de Leopoldo López, Voluntad Popular y a finales de 2015 participó en la campaña electoral, junto al diputado Freddy Guevara, que, tras la victoria del 6 de diciembre, fue nombrado vicepresidente de la Asamblea Nacional. Guevara actualmente vive refugiado en la Embaja de Chile de Venezuela, «porque tiene orden de captura», señala.

Surrealista itinerario para salir de Venezuela

Tras las elecciones, Villa se incorporó al nuevo parlamento, formado por mayoría opositora, para asumir, en enero de 2016, las competencias de jefe de comunicación de la Comisión de Política Exterior. Entre sus cometidos se encuentra el de acompañar a los diputados en sus giras internacionales, como acudir a las reuniones de la Organización de Estados Americanos (OEA) o a las negociaciones entre oposición y gobierno que se celebran en República Dominicana.

Para salir país, Villa tiene que realizar un itinerario surrealista: «Cruzo la frontera con Colombia, por Cúcuta, a pie y desde ahí tomo un vuelo» . Si intenta salir del país por un aeropuerto venezolano «y comprueban que soy periodista puedo tener problemas, como que no te dejen salir o te abran la maleta». Esta ruta también la han tenido que seguir algunos diputados a los que se les ha retirado el pasaporte (también fue la empleada por el alcalde metropolitano de Caracas, Antonio Ledezma, que se encontraba bajo arresto domiciliario y huyó ante el riesgo inminente de ver peligrar su vida. Actualmente reside en Madrid).

Pero el día a día en Venezuela no es más fácil. Acudir a trabajar a la Asamblea Nacional supone poner en riesgo la propia vida. «Alrededor se colocan grupos afectos al oficialismo pagados por el gobierno para intimidar a la gente que entra al parlamento. Hemos sufrido dos secuestros. El más importante duró ocho horas y tuvo lugar el 5 de julio pasado. Aunque está protegido por la Guardia Nacional, los colectivos nos atacaron». Villa se resguardó en la azotea del parlamento. Golpeados con tubos, piedras, tuvimos que salir resguardados». A él le alcanzó un mortero, que le quemó la chaqueta. «Ejercer el periodismo en Venezuela es jugarte la vida», insiste.

«Asumo la responsabilidad de la defensa de la democracia en Venezuela. Espero que mi país vuelva a recuperar el estado de derecho»

A pesar de ello, mantiene que no quiere salir del país. «Asumo la responsabilidad de la defensa de la democracia en Venezuela. Espero que mi país vuelva a recuperar el estado de derecho. Siento la satisfacción de aportar algo desde mi tribuna acompañando a los diputados del parlamento. Eso me reconforta». Los padres de Villa no comparten esa opinión, preferirían que su hijo dejara Venezuela por su seguridad. «Para mí ir al trabajo puede representar que un día pierda la vida pues me tengo que enfrentar con gente armada. En la entrada del parlamento hay una carpa llena de colectivos que están en complicidad con la Guardia Nacional , y simplemente te atacan», sostiene. Y la policía no hace nada.

Los diputados Luis Stefanelli (i) y José Regnault (d), en un pasillo de la Asamblea Nacional tras el asalto de los colectivos chavistas, este miércoles en Caracas EFE

A las puertas de unas elecciones, calificadas por la oposición de ilegales, se refiere también a la situación en la que sus colegas periodistas tienen que trabajar a la hora de cubrir la información. «No pueden estar en el interior de los centros electorales. Tienen que permanecer fuera. De los electores de la Comisión Nacional Electoral (CNE) solo pueden entrevistar a uno de ellos». También deben protegerse de los colectivos y cuidar muy bien sus equipos, «porque te los roban. Para un medio internacional puede resultar fácil reponer una cámara, pero para uno venezolano puede suponer el sueldo de diez años de trabajo», asegura.

También se refiere a la peligrosidad de cubrir las protestas que tan amenudo se producen en el país. Varios profesionales de medios de comunicación resultaron detenidos en las del pasado verano, en las que murieron 136 personas , según datos del Foro Penal de Venezuela. «Sus casos son tan mediáticos que los suelen soltar pronto», apunta. Otros periodistas han tenido que escapar del país, «como los responsables de la plataforma digital Armando. Info , especializada en investigación sobre corrupción». Un tema silenciado en los medios oficiales de Venezuela, «como la escasez de alimentos y de medicinas», que ha llevado al país a una grave crisis humanitaria, que el gobierno de Nicolás Maduro niega.

Tampoco fue mencionado por los medios chavista el enfrentamiento que acabó con la muerte del disidente Óscar Pérez , «que fue acusado de terrorista. No comparto sus formas, pero está comprobado que fue asesinado, porque él se entregó».

Villa acusa al Ministerio de Comunicación e Información , que regula a los canales de comunicación, de perseguir a los periodistas, al igual que el Sebin (el Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional), «que te detiene sin orden. No siguen los precedimientos, y ni siquiera se lo notifican a la familia». Para Villa, el periodismo en Venezuela «se ha convertido en una profesión de patriotas. El precio por ejercerla es jugarse la vida o ir a prisión»

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