Donald Trump
Donald Trump - REUTERS

Los populistas predican la antipolítica en Europa y Estados Unidos

La irrupción de Trump y Sanders en la carrera por la Casa Blanca se une a la de los europeos Kaczynski, Orban o Tsipras

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Donald Trump y Bernie Sanders ganaron en las primarias de New Hampshire y consiguieron que solo se hablara de ellos. Dos Américas, dos extremos, dos «outsiders». No son jóvenes, tienen 69 y 74 años respectivamente, pero representan el cambio y, en el caso del primero, la antipolítica. El gran favorito -según las encuestas- por el Partido Republicano ha criminalizado al inmigrante prometiendo levantar una valla en la frontera con México y cerrar la puerta de EE.UU. a los musulmanes. En cambio, el «socialista» Sanders tiene un mensaje opuesto: recupera el «Yes, we can» y aboga por una «revolución» de la política.

«Nuestro trabajo no es dividir. Nuestro trabajo es juntar a la gente», dice este senador de Vermont -en política desde hace 45 años- en su último vídeo difundido por las redes sociales, dedicado a personas de distintas razas, géneros y religión para que juntos «transformen América» hacia un país mejor.

Por su parte, Trump, hijo y nieto de emigrantes europeos, emula a uno de los populistas históricos estadounidenses, Thomas E. Watson, quien en 1910 también criminalizaba al inmigrante: «Algunas de nuestras principales ciudades son más extranjeras que americanas. Las hordas más peligrosas y corruptoras del Viejo Mundo nos han invadido. El vicio y el crimen se han instalado de forma enfermiza y aterradora». No se refería a mexicanos y musulmanes, hablaba de los europeos, de italianos, judíos o irlandeses, que llegaban a Estados Unidos.

Aunque Trump haya fomentado el odio a los hispanos -«el gigante dormido» por su imparable crecimiento con más de 52 millones de habitantes en EE.UU. y subiendo- sus iras van contra el «establishment», explica el director de « The Hispanic Council», Daniel Ureña. «El descontento que hay hacia los partidos tradicionales hace que haya candidatos populistas, que recogen este descontento hacia los políticos tradicionales y Wall Street. Ahí coinciden Trump y Sanders», agrega.

El clavo ardiendo de la inmigración funciona tras un atentado yihadista como el de París. Para el resto de días, les sale más rentable identificar al contrincante con Goldman Sachs. Ambos se mueven bien en los debates de la televisión, son los reyes de las redes sociales y consiguen que candidatos más centristas les «copien» su mensaje o cambien su estrategia para no perder el tren de las primarias. Sanders se sube a la ola del «socialismo» cuando hasta hace poco esa palabra había sido poco menos que un insulto en el país. Según un estudio de Pew Research Center, en los últimos años el 49% de los jóvenes menores de 35 años ve con agrado el socialismo, tres puntos más que al capitalismo.

Renacer del chovinismo

El lema de Trump es «que América sea grande de nuevo», una suerte de chovinismo al que también recurre el Frente Nacional (FN) de Marine Le Pen. El FN ha ganado las últimas elecciones, europeas y la primera vuelta de las departamentales, y solo el sistema electoral los ha detenido. Como Trump, ella también ha criminalizado a los inmigrantes, pero sobre todo denuncia el statu quo, en su caso la Unión Europea y la «vieja política». Para el investigador principal para Europa del instituto Cidob, Pol Morillas, la respuesta a los atentados de París consistió en aumentar la seguridad en detrimento de la libertad, en una psicosis que llevó al primer ministro Manuel Valls a alertar de un posible ataque químico en Francia. También se relacionó la crisis de refugiados con el terrorismo. «La permeación de la agenda de la extrema derecha y movimientos populistas eurófobos en partidos de centro es normalizar su mensaje. Y en Francia prefieren al original (FN) que a la copia. No hay una narrativa contraria y no hay certezas de que ésta funcione», explica.

«Los populismos europeos coinciden en que la UE es la culpable. Es algo lejano, así que es sencillo cargarla negativamente de contenido», argumenta el analista político Rubén Herrero. Polonia, regido en la sombra por la influyente figura de Jaroslaw Kaczynski, se ha sumado al frente antieuropeísta de la Hungría de Viktor Orban, que dijo que «el futuro pasa por las democracias ‘iliberales’, restringir libertades solo con el objetivo de hacer países más eficientes», recuerda Morillas. En Hungría, «la formación ultraderechista Jobbik es la mayor expresión de cómo la agenda de extrema derecha ha calado en un partido de gobierno que está dentro del Partido Popular Europeo. Claman contra la UE cuando son los principales benefactores», agrega.

«Los eslóganes fáciles en televisión tienen sentido y recogen votos de la desesperación. Pero tienen un denominador común, cuando ellos se van del poder están peor las cosas. Se está viendo en la Venezuela de Maduro: cuando salga (del poder) será terrorífico, si no lo es ya», sostiene Herrero, en un momento en el que el frente bolivariano está retroceso. Cuando tienen que gobernar los políticos del discurso populista pueden optar por la «claudicación» con «políticas de lo posible», como Alexis Tsipras en Grecia, o por seguir en sus postulados, «como en Venezuela mientras el petróleo maquillaba el desastre». El carismático cómico Beppe Grillo, del italiano Movimiento 5 Estrellas, pese al enorme apoyo en las redes y en las urnas, ha tenido que retirarse tras años en las instituciones por la descomposición de su partido, víctima de las contradicciones internas y los tintes autoritarios de su líder.

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