Theresa May reunió a su gabinete por primera vez tras las elecciones
Theresa May reunió a su gabinete por primera vez tras las elecciones - REUTERS

May podría verse forzada a retrasar su investidura

El ministro para el Brexit reconoce que el programa electoral conservador será corregido

Corresponsal en Londres Actualizado: Guardar
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Theresa May sigue sufriendo, a pesar de su rápida reestructuración de su Gobierno para tratar de apuntalar su maltrecha figura, muy tocada tras perder por ocho escaños la mayoría absoluta que había heredado de Cameron. El próximo lunes estaba previsto que tuviese lugar el llamado Discurso de la Reina, en el que la soberana lee el programa legislativo que le ha escrito su Gobierno. Pero esa sesión, equivalente a la investidura, podría tener que posponerse por las negociaciones con los norirlandeses del DUP para lograr su apoyo parlamentario y también por los posibles retoques en el fallido programa electoral de los tories.

La posible demora del discurso de investidura podría retrasar a su vez el inicio de las conversaciones del Brexit, previstas también para el próximo lunes.

May había dicho tras su corta victoria electoral que no se tocaría el calendario europeo. Pero parece difícil que los británicos se sienten con los 27 el lunes cuando no está todavía claro su Gobierno y a qué tipo de Brexit se va a ir ahora.

En realidad el país comienza a darse un baño de realidad tras la aventura nacionalista que fue el triunfo del Leave. Algunos conservadores admiten incluso que se podría formar una mesa conjunta en el Parlamento con los laboristas para preparar el Brexit de una manera consensuada entre los dos grandes partidos. Han cambiado abruptamente las cosas para May, que en la tramitación de la ley de salida se empecinó en que no hubiese una sola enmienda a su modelo de ruptura drástica con la UE.

La primera ministra ha reunido esta tarde durante 90 minutos a su nuevo Ejecutivo. Las novedades más destacadas son que su amigo personal Damian Green, un claro europeísta, es el nuevo número dos del Gobierno, con atribuciones equivalentes a un viceprimer ministro, y el retorno del polémico Michael Gove, un político muy capaz, pero apartado tras traicionar a Boris Johnson, con quien dirigió la campaña del Leave para luego apuñalarlo cuando el ex alcalde de Londres quiso aspirar a jefe de los tories.

Nada será igual para May. Su ministro para el Brexit, el veterano David Davis, ha reconocido hoy mismo que el programa con el que los conservadores concurrieron a las elecciones será «podado». Se cree que se retirará el llamado «impuesto de la demencia», que obligaba a los pensionistas que reciben cuidados a domicilio a pagarlos respondiendo con sus viviendas. También podrían mantenerse las ayudas para la calefacción de los jubilados, que iban a ser suprimidas.

May tendrá hoy dos tragos más. Recibirá en el Número 10 a la líder conservadora escocesa, la triunfal y emergente Ruth Davidson, que con sus trece diputados le ha permitido seguir en el poder. Fue el mejor resultado tory en Escocia desde 1983. Davidson le demandará que suavice su Brexit y que anteponga sus intereses de los trabajadores y las empresas al control de la inmigración, que un poco al modo de UKIP era hasta ahora la prioridad del May.

El segundo trago del día para la premier será verse con el Comité 1922, el influente grupo de parlamentarios que regulan los relevos en el Partido Conservador, que le van a exigir que escuche más a la bancada y salga del búnker del Número 10. La forma de gobernar de May venía siendo muy secretista y desconfiada, parapetada tras sus dos gurús de cabecera, sus jefes de gabinete Nick Timothy y Fiona Hill, de los que se vio forzada a prescindir el pasado sábado.

Nicola Sturgeon, la ministra principal de Escocia, cree que las elecciones fueron «un rechazo al Brexit duro» (aunque ella también recibió una colleja seria en las urnas y probablemente se verá obligada a aparcar su obsesión por un segundo referéndum independentista.

Mañana la líder el DUP norirlandés, Arlene Foster, verá a May en el Número 10 para cerrar los flecos del acuerdo. El pacto con los unionistas molesta a muchos tories liberales, por su rechazo al matrimonio gay, el aborto, su negación del cambio climático y su apoyo a la pena de muerte. El primer ministro de Irlanda, Enda Kenny, ha advertido, como otras voces, que el pacto de Gobierno con el DUP puede contravenir los acuerdos de paz del Viernes Santo, pues en teoría el Número 10 es el árbitro entre unionistas y republicanos, pero ahora se va a convertir en socio de una de las partes enfrentadas.

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